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La tiranía de las mayorías, según Tocqueville

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Fernando Araújo Vélez
17 de noviembre de 2024 - 11:10 a. m.
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Por los años 30 del siglo XIX le preguntaron a Alexis de Tocqueville cuál consideraba que era la razón principal para que los Estados Unidos hubieran prosperado tanto en tan poco tiempo. Respondió que “la superioridad de sus mujeres”, y luego dejó muy en claro que sus mayores temores sobre aquella democracia que apenas llevaba más de sesenta años de vida era la tiranía de las mayorías, que no sólo era legal y tenía profundas consecuencias debido al voto, sino social en cuanto a las presiones de todo tipo que podían presentarse entre los vecinos o compañeros de trabajo por la superioridad o inferioridad de éste o aquel o por sus preferencias. Tocqueville había viajado desde París para conocer y estudiar el sistema carcelario de aquella nueva nación.

Acabó por escribir dos tomos que tituló “La democracia en América”. Entre algunos de sus apuntes, afirmaba que la democracia era imparable y que más tarde o más temprano llevaría a la humanidad a un individualismo que degeneraría en absoluto egoísmo. Vislumbraba a “una inmensa multitud de hombres semejantes, iguales y sin privilegios que los distingan, incesantemente girando en busca de pequeños y vulgares placeres”, y concluía que ante semejante panorama, ni los grandes ideales, ni el arte ni la investigación ni la verdadera política tendrían importancia, y menos, cultores que trascendieran en el tiempo, y que la opinión pública se reduciría a “una especie de polvo intelectual, que se esparce por todos lados sin poder juntarse”.

Casi 200 años más tarde, las viejas previsiones de Tocqueville se multiplicaron por los cinco continentes, y la opinión pública y las democracias con sus elecciones, su particular funcionamiento, sus favores y prebendas quedaron convertidos en una feria cuyo principal fin fue comprar el voto de la gente dándole sus “pequeños y vulgares placeres”. El poder que surgía del pueblo, de las mayorías, acabó por volverse contra el pueblo sin que ese pueblo se enterara siquiera. Inmerso en el juego del facilismo y la inmediatez, abandonó los valores que le inculcaron las “poderosas mujeres” de las que hablaba Tocqueville, y eligió por promesas y no por ideas y futuro, sencillamente porque perdió las facultades para ver y comprender todo aquello que estaba más allá de sus cómodos intereses.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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Felipe(94028)18 de noviembre de 2024 - 09:03 p. m.
Aquí nos tocó elegir entre lo malo y lo peor. Muchos votamos por Petro sin ninguna gana, solo para no pasar pena viendo a Rodolfo de presidente. Nadie lee los más de 5.000 trinos al año de Petro en X, pero muchos de elllos también hacen pasar pena con este otro fantoche megalómano al que elegimos, el Presidente 3 en 1, tan nefasto como Uribe, tan inútil como Duque y tan ridículo como Rodolfo. Este país parece condenado a tener siempre malos gobernantes, será que así los quiere.
William(16260)18 de noviembre de 2024 - 08:59 p. m.
En relato maravilloso, en el cual sus conclusiones son muy ciertas. Felicitaciones.
Felipe(94028)18 de noviembre de 2024 - 08:52 p. m.
La democracia es el peor de los sistremas exceptuando todos los demás (Churchill). Estos que rechazan la democracia de voto secreto y libre, anhelan la alternativa de China, Putin e Irán como dominadores del planeta, pero preferirían vivir en Miami antes que en Vladivostok o Teherán y no solo por el clima. No hay alternativa fiable, pero estos prefieren hablar de "asambleas populares" y "mingas indígenas", vigiladas por la guardia que anota al discrepante que no vote lo que diga el partido único
Felipe(94028)18 de noviembre de 2024 - 08:46 p. m.
Para evitar eso, surgen los mesías salvapatrias y los partidos únicos erigidos en "vanguardia" en guardianes de la revolución, que en realidad ejercen una feroz represión al discrepante. "Todos a Siberia" decía Stalin y Petro quiere ser dictador, igual que Trump, pero ese sueño lúbrico de nuestro enajenado aspirante a Tirano Banderas, como el de Valle-Inclán, se le quiebra porque no tiene apoyo militar, que es en el que sustentan todas las dictaduras, incluida su admirada chavista.
Sergio(3490)18 de noviembre de 2024 - 05:53 p. m.
Tal cual, ahí tenemos a la Vicky con su clan detrás sin fundamentos intelectuales ni valores inculcados por aquél tipo de madres; abusando de la democracia y de su derecho a la libre expresión para engatusar con posverdades de manera sistemática y como única estrategia.
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