El caminante

La voluntad de ignorar a los políticos

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Fernando Araújo Vélez
14 de julio de 2024 - 02:10 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Para quitarles su poder contaminante a los políticos, uno solo necesita de una voluntad, la voluntad de ignorarlos. Sin nosotros, sin el pueblo que vocifera a su favor o en su contra, no tendrían a quién hablarle, a quiénes convencer de sus supuestas virtudes con sus eternas falsedades. Sin nosotros, sin el populacho adoctrinado para oírlos y votar por ellos y gritar sus nombres como si fueran realmente salvadores de algo, no tendrían apoyo ni podrían jactarse de haber movilizado a tantas miles de personas. Sin nosotros, que llevados por el morbo de sus enfrentamientos y odios nos volvimos adictos a sus acusaciones, a sus proclamas incendiarias, y nos convertimos en enemigos de sus enemigos y amigos de sus amigos, no habrían podido siquiera jugar a tener amigos o enemigos.

Para dejar de perder tanto tiempo de nuestro tiempo con los políticos y sus políticas de nacionalismos y odio, uno solo debe ser consciente de que ellos son los que en realidad nos necesitan. Viven de nosotros, en sentidos real y figurado. Comen y viajan, compran y venden, contratan, nombran, destituyen y se promocionan con nuestros dineros, y elaboran todas y cada una de sus teorías con un único fin: convencernos de que los sigamos eligiendo. Se visten, posan, sonríen, hablan, callan, saludan, se abrazan y pelean solo para obtener nuestro aplauso, que en el fondo es nuestro voto, y cuando hablan de defender unas ideas, lo que defienden en realidad es la idea de estar en el poder y cuidar desde allí este círculo vicioso en el que giramos y giramos, presos por nuestra propia ingenuidad.

Para quitarles un poco o mucho de su poder ensordecedor a los políticos, uno solo tiene que decidirlo. Ir por la calle y hacer de cuenta que las decenas de decenas de vallas que llenaron con sus nombres y sus supuestas obras no existen. Olvidarse de que las pagaron con las platas de nuestros impuestos y seguir envueltos en una idea, y más allá de una idea, en un proyecto. Escribir o pintar, bailar, componer una canción o fundar una empresa de muñecos de chocolate, o simplemente dedicarse a agudizar la mirada. Entrecerrar los ojos y concentrarse en todos y cada uno de los detalles que hay a nuestro alrededor y captarlos. Y después imaginar e inventar y empezar a darse cuenta de que uno puede vivir perfectamente sin políticos.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
Conoce más

 

Harold(32718)16 de julio de 2024 - 05:45 p. m.
Excelente consejo, gracias. Estamos intoxicados con los políticos, todos, sin excepción.
Carlos(62305)15 de julio de 2024 - 01:13 a. m.
Gracias.
Julio(69508)14 de julio de 2024 - 02:23 p. m.
Ese es precisamente el grave lastre que Cristo debe vencer para lograr el anhelado acuerdo nacional: Lograr que los polìticos renuncien a sus exorbitantes privilegios.
Andres(7ip1w)14 de julio de 2024 - 12:29 p. m.
Excelente consejo
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.