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Lo que no tiene precio

Fernando Araújo Vélez
26 de marzo de 2022 - 11:00 p. m.

Siempre fue gratis contemplar e ir un poco más allá, y detenerse a observar los infinitos detalles que pasan frente a nosotros día tras día. Siempre fue gratis preguntarse de dónde y hacia dónde va cada quien, cómo es su vida, cuáles son sus misterios, y cuáles las razones por las que una mujer que camina abstraída de este mundo usa tacones dispares, por ejemplo. Siempre fue gratis imaginar una historia partiendo de detalles, y grabarnos en la cabeza la mayor cantidad de formas, colores y demás, y luego garabatear en una libreta un principio de párrafo. Siempre fue gratis empezar a crear, inventar, y fue gratis sentirnos plenos, únicos, por unir dos personajes y tres o cinco circunstancias y que de ahí saliera una escena.

Siempre fue gratis conversar, y soñar con que una conversación profunda, que nos deje más preguntas que respuestas, una charla repleta de matices, honesta, condimentada por miles de colores, de ideas, puede ser más valiosa que cinco años de universidad y que todos los diplomas y posdiplomas de la academia y de eso que hemos llamado “educación”.

Siempre fue gratis indagar, darle cuerda a la curiosidad, removerla, estremecerla, exprimirla, aventurarse a elaborar la hipótesis más absurda en apariencia solo para darnos cuenta de que hasta en el absurdo hay hilos de los cuales podemos halar, y de que cada hilo es el comienzo de una infinita fuente de la cual surgen más y más interrogantes, y más y más hilos, y más y más absurdos.

Siempre fue gratis cantar bajo la lluvia, así nos desafinemos, y fue gratis bailar y dar pequeños saltos desacompasados para intentar ser por un segundo en la vida Fred Astaire, así nos tropecemos, y fue gratis correr y sentirnos Jim Hines o Usain Bolt por haber corrido cinco metros más que el día anterior, así se nos escapen todas las tortugas, para recordar alguna de las frases de Diego Maradona.

Siempre fue gratis contemplar, ver cómo las nubes forman siluetas, cuadros, y cómo los colores de las hojas de los árboles van cambiando, y cómo las flores van siendo milagros, y siempre fue gratis jugar al amigo imaginario y sacar un texto corto como este de alguna de nuestras conversaciones con ese amigo imaginario.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

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Magdalena(45338)14 de abril de 2022 - 01:22 a. m.
Tiene razón,todo lo gratis es felicidad.Jasta las sonrisas.
Carmenza(36923)28 de marzo de 2022 - 03:54 a. m.
Buenas noches Me gustaría entablar comunicación vía mail. Usted puede escribirme si le parece pertinente. Sus columnas siempre estimulan mi capacidad para sorprenderme. Lo agradezco infinitamente.
  • Fernando(89042)30 de marzo de 2022 - 08:14 p. m.
    Buenas tardes... Mil gracias por sus comentarios, y ante todo, por leer estas columnas. Esos detalles son una infinita motivación. Mi mail es faraujo@elespectador.com. Siempre a sus órdenes.
Felipe(97456)27 de marzo de 2022 - 01:56 p. m.
Siii gracias por recordarnos tantos espacios maravillosos intocables intangibles y fundamentales para cada persona viviente sintiente ... gracias a la vida! Y todo gratis!!! Gracias por el escrito!
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