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Mendigos del dar y recibir

Fernando Araújo Vélez
19 de mayo de 2024 - 02:10 a. m.

De alguna manera y en el fondo, uno ama porque se odia y no puede soportarse, y luego, pasado el amor, o eso que hemos convenido en llamar amor, uno vuelve a odiarse y a odiar. Amamos, o creemos amar, más allá del deseo y las “mariposas en el estómago”, porque buscamos en alguien, o en muchos, lo que no encontramos en nosotros. Ciegos, dependientes, vanidosos y eternamente carentes, firmamos con el otro un pacto latente de mutua aprobación, y en la mayoría de los casos, de un creciente y empalagoso elogio de ida y vuelta que con el tiempo se transforma en un mutuo desprecio. “Tú eres lo más inteligente y bello del mundo”, decimos, convencidos de nuestras palabras.

Luego, del desprecio pasamos a la culpa porque en un momento dijimos lo que pensábamos, o porque nos desbordamos a punta de tragos y algo más. Entonces nos detestarnos. Nos hundimos más y más en un infinito enredo de culpas, lástimas, heridas, deseos, recuerdos, anhelos y etc, hasta que terminamos compadeciéndonos, y más tarde, mucho más tarde, aliviándonos con la idea de que solo nuestro ser amado podrá sacarnos de ese inmenso y turbulento hueco negro. Retornamos a él. Sin darnos cuenta, caemos en la insensatez de necesitarlo, tal vez porque se encargó de volverse necesario una y otra y otra vez con sus interminables favores, regalos, halagos y demás.

Así, favor tras favor y rosa tras rosa, le vamos dando todo el poder del universo sobre nosotros, y nosotros también empezamos a jugar a ser necesarios. En ese juego, nos convertimos en esclavos y mendigos del dar y recibir, y a esa dependencia con todas sus consecuencias, lo llamamos amor. Jamás nos detenemos a pensar que esa podría ser nuestra futura condena, en gran medida, porque ya estamos contaminados de los falsos dar y de los falsos amores que nos venden en algunas películas, en canciones y libros y publicaciones varias. Cuando todo termina nos sentimos morir, por supuesto: le hemos dado la vida a quien llamábamos vida.

Fernando Araújo Vélez

Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.Faraujo@elespectador.com

 

Eduardo(uytho)19 de mayo de 2024 - 05:02 p. m.
Fernando parece que no te ha ido muy bien con eso de las relaciones amorosas
-(-)19 de mayo de 2024 - 05:01 p. m.
Este comentario fue borrado.
Gines de Pasamonte(86371)19 de mayo de 2024 - 11:32 a. m.
¡El señor Freud debe de estar dando vueltas en su sarcófago..., y no propiamente de satisfacción!
Chirri(rv2v4)19 de mayo de 2024 - 06:38 a. m.
Te recomiendo, Fernando, que leas la columna de hoy del profesor Sarmiento. Producción, demanda, conversión, en todo eso puedes encontrar la respuesta al amor financiero.
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