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Solo miedo

Fernando Araújo Vélez

18 de septiembre de 2021 - 06:02 p. m.

Miedo a vivir. Miedo a explorar y a descubrir, a crear y a innovar, miedo al otro y a lo que diga el otro de uno, a su señalamiento y su condena. Hoy todo es miedo. Miedo a la moda y a no estar a la moda, y a salirse de esta normalidad, que es esencialmente una virtualidad en la que fuimos naciendo, creciendo, siendo, o mejor, no siendo. Miedo, pánico a mirar hacia afuera de nuestras pantallas, y a pensar siquiera en la posibilidad de que haya otra u otras normalidades, empezando por la realidad de la vida y de todos los días. Temor a vivir por fuera de las pantallas, pero también, a no enarbolar las banderas de las normalidades que te anuncian en ellas. Miedo a lo diferente y a lo propio, a que te hablen en la calle, y al mismo tiempo, a que te ignoren, sobre todo en la dimensión de lo virtual.

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Miedo al odio, al amor, al desamor, al olvido y al otro, aunque sea una tendencia y nada más que eso hablar de otredades. A las bombas y a las balas perdidas, a los virus y las bacterias, al que te observa y al que voltea la mirada, al que canta solo bajo la lluvia y al que juega a patear piedritas chapoteando entre charco y charco, y miedo, pánico supremo a mirarlo y a cantar con él bajo la lluvia. Miedo al pasado, porque el pasado no perdona, como decía Rubén Blades, y miedo al futuro, por supuesto, a todo lo que está por venir. Miedo al hoy y a que pasen las 24 horas del hoy, a una posible libertad, a la independencia, a tratar de volar, y miedo a las cadenas, a los horarios, a desperdiciar eso que llamamos vida. Miedo al país y a todos los países. A la justicia, a las leyes y a la Constitución que queremos transformar día tras día, creyendo que cambiando letras por letras vamos a dejar de sentir miedo.

Miedo a la soledad, al silencio, al rumor del viento, a las tormentas y los rayos, y a los rayos y centellas de los que hablaban las tiras cómicas tiempos atrás, y miedo a las tiras cómicas y a los libros y películas y canciones y pinturas y obras de teatro de antes, por si acaso dicen algo no “políticamente correcto” y alguien te descubre siendo “políticamente incorrecto”. Miedo al disenso, a la controversia, a la polémica, a los contradictores de oficio, como aquellos que asistían a las reuniones de los bolcheviques antes de la Revolución de Octubre. Miedo a dios, a los ángeles y a los demonios, a las religiones y los libros sagrados, y miedo a los fantasmas, a verse uno en el espejo de su habitación y notar, un día más, que no ha vencido un solo miedo.

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Por Fernando Araújo Vélez

De su paso por los diarios “La Prensa” y “El Tiempo”, El Espectador, del cual fue editor de Cultura y de El Magazín, y las revistas “Cromos” y “Calle 22”, aprendió a observar y a comprender lo que significan las letras para una sociedad y a inventar una forma distinta de difundirlas.fernando.araujo.velez@gmail.com
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