En una nota de Piergiorgio M. Sandri publicada el 14/10/2011 en La Vanguardia se retoman varias citas falsas, frases jamás pronunciadas, traducciones equívocas y simplificaciones ambiguas que se han ido convirtiendo en verdades absolutas. Una que hizo carrera es la respuesta de Zhou Enlai a la pregunta que alguien le formuló en una cena de Estado durante la visita de Nixon a Beijing en 1972. Al solicitársele su opinión sobre la Revolución Francesa, y después de pensarlo un poco, su respuesta fue: “Es demasiado pronto para valorarla”. Tal reacción fue creciendo como la prueba contundente de la sabiduría china que hasta hoy se ha mantenido firme según lo que puede oírse o leerse. No obstante, según pudo aclararse un tiempo después, lo que se le preguntó versaba sobre la revolución de mayo del 68, es decir, algo ocurrido cuatro años antes. A pesar de ello, la aclaración jamás hizo mella y el falso mito sigue campante su camino.
Pero la historia no se detiene únicamente en estas desviaciones. La rapidez de las horas y la evolución o desaparición de los sitios propicios para la conversación, como los cafés, posiblemente puedan ser las causas del ocaso de los chascarrillos y de los equívocos tan populares en la Bogotá de comienzos del siglo XX y que fueron frutos del ingenio aprovechado para hacer reír en medio de la confusión. No obstante, si regresamos a los efectos negativos en la comunicación, hoy la preocupación se centra en el fenómeno que nos acorrala más de lo que apreciamos: las falsas noticias.
El Pew Research Center acaba de publicar un reporte sobre las amenazas globales identificadas en una investigación que cubrió 25 países (Colombia no fue incluida). El mayor de los peligros identificados fue la falsa información en línea; el 72 % (media) de los 28.333 adultos encuestados así lo señalaron. Los otros cuatro mayores riesgos que reportó la investigación fueron en su orden: la condición de la economía global, el terrorismo, el cambio climático y la propagación de enfermedades infecciosas. La falsa información fue calificada como el máximo problema en Polonia, Brasil, Corea del Sur, Francia y Alemania.
La pregunta obvia que resulta de lo anterior es qué medios tenemos a nuestra disposición para enfrentar semejante arremetida. La búsqueda me llevó a otra investigación del mismo centro que se conoció en mayo de 2024 y en la que fueron entrevistadas 40.494 personas en 35 países localizados en el Asia Pacífico, Europa, Latinoamérica (incluida Colombia), Medio Oriente, el norte de África, Norteamérica y el África subsahariana, y cuyo foco de interés fue la libertad de prensa y de internet. Por supuesto, uno de los temas cruciales fue la calidad de las noticias.
En este último reporte, Colombia no sale bien librada: es el cuarto país en donde la gente percibe como un problema grande el que las noticias a las que tienen acceso son “fabricadas o manipuladas”. El más crítico es Bangladesh, seguido por Corea del Sur y por Chile. En tal sentido, la imposibilidad de informarse bien se ha convertido en un problema crucial para el buen funcionamiento de la sociedad y de la democracia.
La verdad está atrapada entre los medios y las redes, y la víctima es la convivencia.