La única certeza alrededor de la guerra es su comienzo. Después, lo más cercano a la certeza es que todos pierden y que parte de ese resultado negativo es a perpetuidad. Lo irreparable no se puede reconstruir. Por eso el uso de la violencia siempre será condenable, provenga de donde provenga e independientemente de quién la provoque.
Un propósito nacional, que hasta ahora no ha pasado de ser pura retórica, me ha acompañado por más de siete décadas: lograr la paz entre todos los colombianos. No obstante, el solo enunciado no ha conseguido apaciguar a los hombres al igual que otra aspiración aún más vieja, el pax tecum...
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