Navegar de bolina es navegar con el viento en contra. Son circunstancias parecidas las que ha debido atravesar el gobierno del señor Kishida Fumio, primer ministro de Japón. El ex primer ministro Abe Shinzo renunció en 2020 por motivos de salud y fue sucedido por Suga Yoshihide, cuya administración, marcada por los confusos Juegos Olímpicos y el covid, fue poco afortunada. Las elecciones dentro del Partido Liberal Democrático (LDP) llevaron a Kishida a la presidencia de este y finalmente a la jefatura de gobierno en octubre de 2021.
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Durante su campaña y sus primeros pasos en el gobierno, Kishida, un conservador moderado, propuso impulsar un nuevo modelo de capitalismo implementando políticas redistributivas y con más contenido social que condujeran a la recuperación de la clase media, muy agobiada por el modelo económico vigente desde el estallido de la burbuja en 1990. Esto significaba refrescar un sistema que equilibrara los beneficios del capital y los ingresos de los ciudadanos, similar en sus objetivos al que propició el milagro japonés en las décadas de los 60 y los 70.
Sin embargo, los vientos no le fueron favorables. Abe, recuperado de sus dolencias y joven todavía, no ocultaba sus ganas de volver al poder por tercera vez. Como se recordará, tanto en la primera como en la segunda oportunidad renunció por enfermedad. Y desde su posición como ex primer ministro y cabeza de una facción importante, se atravesó con su posición de ultraderecha lejana a los cambios propuestos. Y con un posible propósito mayor: evitar el cambio generacional en el partido Liberal Democrático.
Después del asesinato de Abe en 2022, se pensó que, desaparecido el mayor opositor, Kishida tendría el camino abierto. Pero el escándalo desatado con la Iglesia de la Unificación, secta de origen coreano, a raíz de sus donaciones a miembros del partido de gobierno —hechos conocidos, pero no debatidos, relacionados con la financiación de las campañas políticas— generó unas presiones internas que desgastaron al partido. El asunto no se ha aplacado y sigue vivo. Los daños al PLD han sido notorios. Por lo menos 39 miembros han sido castigados con penas que van desde la expulsión hasta la suspensión. Pero la Dieta, que no ha sido ajena, continúa debatiendo el tema.
Con índices de popularidad muy bajos, Kishida ha ampliado su figuración en lo internacional. Y además ha abierto el espacio para cambios de política sensibles como la disposición a exportar armas, incluyendo misiles. Con esto se rompería una de las más encomiables contribuciones de Japón a la paz del mundo anclada en el artículo 9 de la Constitución del 47, que consagró la renuncia a la guerra y cuenta con el respaldo de una inmensa mayoría de los japoneses. Son afugias económicas o políticas que tendrán que descifrarse.
Por ahora, el reto del primer ministro serán las próximas elecciones dentro de su partido, que se celebrarán en septiembre y definirán su futuro. Los pronósticos no le son favorables. Una encuesta publicada por Kyodo News el 23 de junio muestra que solo el 10,4 % del público apoya la reelección de Kishida como presidente del PLD. Pero además, en ese mismo día, el ex primer ministro Suga, al responder de forma muy directa una pregunta que le formularon en una entrevista sobre si se necesitaba elegir un nuevo líder en las próximas elecciones, contestó: “Yo lo creo. Es la mejor oportunidad para que el público entienda la visión de renovación del PLD”.
La sabiduría enseña que no hay nada nuevo bajo el sol. Y no hay grandes diferencias entre aquí y allá. Natsume Soseki concluyó la conferencia que dictó en Wakayama en agosto de 1911 con estas palabras: “Si me preguntan cuál es el modo de salir de este momento crítico, vuelvo a repetir que no tengo ningún plan magistral. Lo único que puedo aconsejarles es, enmendando la presentación del problema, que intenten evolucionar desde adentro, evitando sufrir neurosis. Les pido disculpas por haberlos enfrentado con una verdad tan amarga, a ustedes que se ven felices, y a quienes he robado una hora de tiempo; pero sepan también comprender mi opinión, que surge de una tesis fundamentada y que es el fruto de una larga lucubración”.