A mano alzada

La cita entre Japón y Colombia 


Fernando Barbosa
05 de junio de 2024 - 05:05 a. m.
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A Jaime Barrera Parra, “in memoriam”.

El pasado viernes 29 de marzo, la Agencia Meteorológica de Japón anunció que a las 2 p.m. florecieron en Tokio los cerezos somei yoshino, advirtiendo que el evento sucedió cinco días después del promedio. Es la primera floración en esta primavera.

La noticia toca espacios muy especiales de mi memoria y de incontables reflexiones sobre el asunto. Sin duda vivimos en planos paralelos cuyo acercamiento nos reta. Nada comparable se me ocurre que pueda suceder en nuestro medio, como lo sería el registro de la fecha exacta en que brote el primer grano de café o la del primer pez que aparezca en la subienda del Magdalena.

Tal anotación probablemente hubiera dado lugar a una conversación con Jaime Barrera. Desafortunadamente, con su muerte hace unas semanas, se rompió el diálogo que mantuvimos durante más de 30 años y que tuvo como eje nuestras experiencias en Japón. Jaime estuvo vinculado a la Universidad de los Andes durante 35 años que dedicó a la enseñanza del idioma japonés y de su cultura, como profesor y como director del desaparecido Centro de Estudios Asiáticos.

Mientras nosotros caemos en el vórtice de lo inmediato, el japonés vive otros ritmos. No se limita al hoy tan penetrado por el confucianismo: el orden se aplica en el momento, así se proyecte al mismo tiempo hacia el futuro. También lo permea el daoísmo aunque no sea tan visible en el enjambre cultural, pero el camino, el que no tiene término pero tiene que recorrerse, también lo concita. Y finalmente el eterno retorno del samsara budista, que no provee un corte de cuentas definitivo sino el reinicio de nuevos intentos, lo marca y quizás lo aplaque.

La dificultad para nosotros reside en cómo ajustarnos a esas tres dimensiones que nos resultan tan esquivas. Digamos que para concertar nuestra cita con Japón y en general con el Asia lo hacemos con la marca de que son asuntos importantes pero no urgentes. Eso es incomprensible para quienes están al otro lado de Pacífico. Y no se trata de desconocimiento. Núñez, desde la Cartagena del siglo XIX, advertía el crecimiento y la importancia de China. El general Reyes, desde Washington, vislumbraba la potencialidad de Japón como socio comercial. Los intelectuales del círculo de Baldomero Sanín Cano también los identificaban, aunque de manera negativa, como la gran amenaza amarilla. Y López Pumarejo, su hijo López Michelsen, Belisario Betancur y Barco tuvieron claro que el futuro nos vinculaba al Pacífico.

En el gobierno de Samper se hizo, por varias razones, un intento de continuar los esfuerzos para insertar el país en el Asia. En esa época, la Cancillería convocó un foro en Buenaventura que me descubrió una visión que desconocía y que explica muchas cosas. Cuando hablaba con la gente del litoral sobre el Asia Pacífico, sus miradas se dirigían a Cali o a Bogotá y no al mar.

Pero las dificultades no son ni nuevas ni propias. En 1583 (hace 441 años), el jesuita Alejandro Valignano escribía: “... las cualidades, costumbres y modos de proceder de los japoneses son del todo tan contrarios [e] incógnitos a los de India y de Europa, que esa poca comunicación que se puede tener no sé cuándo podrá ser provechosa, porque lo que pasa en Japón, a mi juicio, no se puede bien entender si no es por los que por vista y experiencia lo saben, y parece que no se puede dar a entender ni (presencialmente) por los que saben mucho de Japón, cuanto menos por cartas; y, sin duda, muchas cosas se pueden escribir y hacer en Japón que, por mucho que se declaren, serán muy mal concebidas y recibidas en Europa, las cuales en Japón son muy convenientes [y no] se pueden dejar de hacer...”. Ahora, si dejamos atrás la historia y analizamos el presente, los avances resultan desoladores.

Las urgencias que hemos tenido que afrontar han distraído nuestros esfuerzos para acercarnos de mejor manera a Japón, que sigue siendo la tercera potencia económica del mundo. De seguro, la mayor estrategia tendrá que tener como prioridad la política y no la desgastada diplomacia comercial socavada por las limitaciones de nuestra oferta exportable y las dificultades que representaría para el sector privado el costo de una vigorosa acción para ampliar sus mercados de destino.

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Pedro(86870)05 de junio de 2024 - 10:58 p. m.
Yo también soy admirador de la cultura japonesa y estudié la manera como fue su desarrollo industrial. El cambio en los medios y técnicas de producción también puede hacer evolucionar un país y no todo se reduce a la lucha de clases de Marx porque puede terminar en dictadura como ha pasado. Japón sigue siendo la tercera economía del mundo y si China se descuida Japón la puede sobrepasar otra vez. Si el gobierno Petro no mira a Japón estará perdiendo una gran oportunidad para Colombia
Cecilia(27490)05 de junio de 2024 - 02:49 p. m.
Interesantísimo como siempre, Fernando. Y qué nostalgia da, en lo personal, la partida de Jaime. Cuánto contribuyó, como tú, a abrir perspectivas a través de ese plan de estudios socioculturales en los Andes
Carlos(71824)05 de junio de 2024 - 02:39 p. m.
Señor Barbosa, interesa te su columna. Qué opina del libro Los guerreros del oro?
Luis(24179)05 de junio de 2024 - 02:29 p. m.
Jaime, descansa en paz. Te fuiste demasiado pronto. Te recuerdo con admiración y aprecio profundos.
Atenas(06773)05 de junio de 2024 - 12:55 p. m.
De las locuras q’ no son escasas en este circo del sofista. Atenas.
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