Al terminar la CXIX Asamblea Plenaria del Episcopado, los señores obispos enviaron un mensaje a todo el pueblo colombiano el 10 de julio, en el que afirman: “renovamos nuestro compromiso de ser profetas, testigos y servidores de la esperanza en medio de las desafiantes realidades que vive nuestro país, y llamados a transformar la mirada para valorar a los otros en su dignidad inalienable y reconocer los brotes de esperanza presentes en las diversas comunidades y organizaciones sociales”.
Reconocen con dolor, “la persistente fragmentación y polarización que afecta la convivencia entre los colombianos; las divisiones políticas, sociales y económicas que se agudizan; las profundas heridas causadas por la violencia, la corrupción, el narcotráfico y las economías ilícitas”. Al diagnóstico anterior, agregaron: “Reiteramos el llamado a respetar integralmente la Carta Constitucional, las instituciones del Estado y los entes territoriales como soportes de la democracia. Llamamos a todos los actores armados a cesar los atentados contra la vida humana y la naturaleza”.
En la columna “La Iglesia intenta el desescalamiento de la polarización de los poderes públicos” (26-06-2025, se reseñó la convocatoria del señor cardenal Luis José Rueda, del presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, Monseñor Francisco J. Múnera, del provincial de la Compañía de Jesús, padre Hermann Rodríguez S.J., del vicepresidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Gabriel A. Villa V., y del secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Germán Medina A., al presidente de la República, a los representantes de las instituciones nacionales del Congreso de la República, a los presidentes de las Altas Cortes, al procurador, al contralor, al registrador nacional, a la fiscal, a la defensora del Pueblo, y a la directora del DAPRE. Los convocados a la reunión firmaron el siguiente documento: “En un contexto mundial, nacional y local de profundas tensiones, contradicciones y transformaciones, como ciudadanos, servidores y representantes de las instituciones del Estado colombiano, nos comprometemos juntos e invitamos a todo el país a escucharnos, valorarnos y respetarnos en hermandad; a desarmar y armonizar la palabra; a rechazar todo tipo de violencia, como forma de resolver los conflictos políticos y sociales”.
Con diferencia de un mes, el mensaje de la Conferencia Episcopal recaba sobre los mismos principios relatados en junio, que comprueban la coherencia de los obispos y el acertado análisis de la realidad colombiana. “Como servidores, promovemos el diálogo pastoral y social, buscando mejores condiciones de vida para todos, especialmente para quienes más sufren a causa de la injusticia social, la violencia y la pobreza. Ratificamos nuestro compromiso de sostener y animar la esperanza del pueblo colombiano, siendo servidores de la unidad, el encuentro, el diálogo, la reconciliación y la paz, y cultivando una atmósfera de relaciones interpersonales desarmadas y desarmantes”.
En su misión pastoral, concluyen: “A nuestras comunidades, tentadas por la desesperanza ante los problemas estructurales del país, les pedimos: ‘Miren a Cristo’ (1 Tim 1,1,). Caminemos juntos, en corresponsabilidad, escuchémonos y participemos pacífica y activamente en la construcción de la convivencia fraterna, busquemos y hagamos la voluntad de Dios”.
Esta reflexión sobre los documentos ofrecidos a los colombianos por los señores obispos, en medio del difícil escenario preelectoral que afecta a la ciudadanía, saturada por la información negativa y por la incertidumbre, la desesperanza y el cansancio, implica el compromiso de todos los sectores a aunar esfuerzos para ganar convivencia y satisfacción por el país en que nos ha correspondido habitar.
Anotan los obispos: “Invitamos a los ciudadanos, a los medios de comunicación, a los gobernantes y dirigentes políticos y sociales a que juntos respetemos y promovamos la institucionalidad, evitemos la polarización, el odio, la división y todo tipo de maltrato y engaño, en especial, a los adversarios y contradictores. Empleando las buenas maneras en la controversia, hagamos realidad el sueño de una Colombia en paz, reconciliada y reconciliadora. Deseamos que el pueblo colombiano, con los valores de altruismo que lo han caracterizado, venza la indiferencia y asuma la búsqueda del bien y la unidad nacional”.
