En reciente publicación, “La realidad de estudiar medicina en Colombia”. (Revista Sur, 26-06-25), la doctora Ana María Soleibe, presidenta de la Federación Médica Colombiana, enmarca su presentación con la afirmación inicial: “En Colombia estudiar medicina sigue siendo, en la mayoría de los casos, un privilegio y no un derecho plenamente accesible”. Acompaña la información de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (ASCOFAME): existen actualmente 55 facultades de medicina asociadas, 40 son privadas y 15 públicas.
Agrega que “la inversión para estudiar medicina (según reporte de enero de 2025) se enumera así por semestre: Universidad de los Andes: $36.230.000; Universidad del Rosario: $35.903.000; Universidad Javeriana de Bogotá: $35.041.000; Universidad de la Sabana: $31.530.000; Universidad El Bosque: $31.530.000; Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud (FUCS): $28.303.000; Universidad del Norte, Barranquilla: $26.261.800; Universidad ICESI, Cali: $25.410.000”.
En las universidades públicas el valor de la matrícula depende del estrato socioeconómico del estudiante y de los ingresos familiares. En la Nacional de Bogotá es de $8.800.000, aproximadamente. Se agregan la Universidad de Antioquia, la de Cartagena, La Industrial de Santander, la Militar Nueva Granada, la Central del Valle del Cauca, la de Caldas, la del Cauca, la del Magdalena, la de Nariño, la de Pamplona, la de Sucre, la Surcolombiana, la Tecnológica de Pereira, la Pedagógica y tecnológica de Colombia en Tunja, la del Tolima, la del Quindío. Otras afiliadas a ASCOFAME, por regiones, son la Von Humboldt de Armenia, la Remington de Medellín, la Autónoma de las Américas de Pereira, la Juan N. Corpas de Bogotá, la Uninavarra de Neiva, la Central del Valle del Cauca en Tuluá, la Antonio Nariño de Bogotá, la Cooperativa de Colombia en Villavicencio, en Pasto, en Santa Marta; la del CES en Medellín, la San Martín: en Bogotá, en Cali, en Pasto, en Barranquilla, en Sabaneta; la del Sinú, la Libre en Cali, La Santiago de Cali, la Javeriana en Cali; la Simón Bolívar y la Libre en Barranquilla. Por consiguiente, las 55 facultades de medicina asociadas a ASCOFAME representan la oferta repartida por diversas regiones del país para los aspirantes a esta profesión.
A diferencia de otras carreras, las ciencias de la salud requieren forzosamente contar con afiliaciones hospitalarias que se acreditan como hospitales universitarios, para garantizar la calidad de la educación impartida a los estudiantes, tanto de pregrado como de las diversas especializaciones de postgrado.
La doctora Soleibe describe que, según el Observatorio de Talento Humano en Salud, en 2023, la densidad promedio de médicos en Colombia fue de 25,4 por cada 10.000 habitantes, apenas alcanzando el mínimo recomendado por la OMS. Anota que “ese promedio oculta grandes disparidades: Bogotá cuenta con 48,6 médicos por cada 10.000 habitantes, departamentos como Atlántico (32), Risaralda (31), Valle del Cauca (30,2) y Antioquia (29,3) superan ampliamente dicho estándar. Por el contrario, en las zonas rurales dispersas apenas se registran 19,6 médicos por cada 10.000 habitantes”.
Agregó: “el índice de Salud Rural 2024 reveló que 116 municipios cuentan con apenas un médico para toda su población, con densidades que oscilan entre 1 y 8 médicos por cada 10.000 habitantes. Departamentos como Vaupés, Chocó y Caquetá, así como amplias zonas de Cundinamarca, presentan algunas de las cifras más bajas del país. Solo tres municipios superan los 100 médicos por cada 10.000 habitantes y todos están ubicados en regiones cercanas a grandes centros urbanos”.
Concluyó que esas cifras son la consecuencia directa de un modelo de formación profundamente inequitativo. “Universidades costosas ubicadas en grandes ciudades, condiciones laborales precarias en zonas rurales y una ausencia casi total de incentivos sostenibles para quedarse en el territorio explican esta realidad”.
Esta última observación de la doctora Soleibe ocurre en diversos países cuyas universidades históricas con facultades de medicina; se fundaron en las grandes ciudades: Chicago, New York, Madrid, Zúrich, Roma, Sao Paulo, México. Centros médicos como la Mayo Clinic de Rochester, Minnesota, (in the middle of nowhere, la describen a los visitantes), que data de 1889 y ha creado diversos centros en Arizona y La Florida, identificada hoy como Mayo Clinic College of Medicine and Science, es un caso aislado en el contexto universitario de la salud.
Propone financiar la formación médica bajo criterios de equidad territorial y social; fortalecer la red de universidades públicas en regiones históricamente excluidas; invertir en infraestructura médica rural; garantizar condiciones laborales dignas con incentivos para el arraigo territorial y el desarrollo profesional de los médicos.
De la columna anterior (28-06-25), agrego que “la precariedad en ciertas áreas de las especialidades médicas no puede resolverse sacrificando la calidad de las escuelas de formación, porque siendo la medicina una profesión ‘intensamente moral’, como la definía el doctor José Félix Patiño, su misión es la preservación de la salud y la vida digna de los pacientes que estén a su cuidado”.