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Por la acción apostólica del cardenal Luis José Rueda, primado de Colombia, y de la Conferencia Episcopal Colombiana, se convocó a una reunión a los protagonistas de la polarización entre los poderes públicos, el presidente Petro y el senador Efraín Cepeda, celebrada el 16 de junio, a la que igualmente asistieron el presidente de la Cámara de Representantes, Jaime R. Salamanca; el presidente de la Corte Constitucional, Jorge Ibáñez; el de la Corte Suprema de Justicia, Octavio Tejeiro; el del Consejo de Estado, Luis A. Álvarez; el procurador Juan Gregorio Eljach; el contralor general de la Nación, Carlos H. Rodríguez; la defensora del Pueblo, Iris Marín O.; el registrador general de la Nación, Hernán Penagos; el presidente del Consejo Superior de la Judicatura, Jorge E. Vallejo; la fiscal general de la Nación, Luz Adriana Camargo, y la directora del DAPRE, Angie L. Rodríguez.
Son funcionarios que, en una u otra modalidad (con escasas excepciones), han participado del escalamiento de la maligna polarización que estamos sufriendo los colombianos. Al cardenal Rueda lo acompañaron el presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, monseñor Francisco J. Múnera; el provincial de la Compañía de Jesús, padre Hermann Rodríguez S.J.; el vicepresidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Gabriel A. Villa V., y el secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Germán Medina A.
Los convocados a la reunión firmaron el siguiente documento:
“En un contexto mundial, nacional y local, de profundas tensiones, contradicciones y transformaciones, como ciudadanos, servidores y representantes de las Instituciones del Estado Colombiano, nos comprometemos juntos e invitamos a todo el país a escucharnos, valorarnos y respetarnos en hermandad; a desarmar y armonizar la palabra; a rechazar todo tipo de violencia, como forma de resolver los conflictos políticos y sociales.
Elevamos una oración por la vida de Miguel Uribe Turbay, y por quienes en todos los rincones de nuestros territorios sufren hoy a causa de la violencia. Acompañamos a sus familias en este momento de dolor.
Llamamos a mantener viva la esperanza en nuestro país e invitamos a que este tipo de encuentros se repliquen en los espacios donde sea necesario”.
El inicio del documento citado se enmarca en el papel que ha asumido el papa León XIV referida en esta columna ”La impronta del papado de León XIV” (28-05-25), unidad y paz. La jerarquía de la Iglesia colombiana reprodujo esa misión, sembrando la semilla que conduzca al desescalamiento del odio, de la estigmatización, al imperio de la verdad y de la justicia, en la que se cimienta la deseada paz. No obstante, la respuesta de los protagonistas es incierta.
Es lo previsto en la parábola del sembrador (Mateo 13,3-9): “que salió a sembrar. Y mientras sembraba parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra, pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta y cuál a treinta por uno. El que tenga oídos para oír, oiga”.
Lo sucedido en la reunión confirma que ni el presidente Petro ni el senador Cepeda tienen la “profundidad de tierra” para que la semilla del desescalamiento de la polarización fructifique porque no ceden en la sofocante confrontación del poder. Algunos medios también han sido sordos al llamamiento de la Iglesia y fomentan la polarización. Es el caso de Blu Radio en vivo, que insinúa las respuestas de sus entrevistados para ahondar en el odio entre los poderes públicos. Escuché la entrevista al senador Cepeda el pasado 18, y es el reflejo de la manipulación de la información, con fines políticos. Los demás funcionarios públicos convocados por la Iglesia, deberían examinar sus conciencias respecto de sus compromisos para fomentar la paz y la estabilidad de las instituciones del Estado Social de Derecho.
“Elevamos una oración por la vida de Miguel Uribe Turbay”, resalta el documento citado de la Iglesia, porque desde su lecho de paciente convaleciente en la Fundación Santa Fe de Bogotá ha convocado a los colombianos de buena voluntad, a través de sus familiares, a la unidad de los espíritus por la paz, por la convivencia pacífica, por la vivencia de la fe en Dios, que corrobora que los colombianos somos creyentes e invocamos, con su esposa, su padre y su hermana, su recuperación por el milagro anhelado. Así sea.
