En 1965, el general Álvaro Valencia Tovar, gran humanista del Ejército colombiano, fundó el Curso Integral de Defensa Nacional (Cidenal), para que integrantes de la sociedad civil y funcionarios del Estado participaran, en la Escuela Superior de Guerra, al lado del Curso de Altos Estudios Militares de los coroneles que habían sido seleccionados por la Junta de Generales, los cuales, una vez finalizada esta última etapa de su formación académica, podrían ser ascendidos al grado de brigadieres generales.
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Me correspondió participar en 1978 en el VIII Cidenal, al regreso de la especialización en la Universidad de Illinois, por invitación del director de la Escuela Superior de Guerra, gracias a la recomendación de un exalumno de dicho programa. Entre empresarios, académicos, profesionales y funcionarios estatales configuramos 16 civiles, y el curso militar lo integraron cinco coroneles y un capitán de Navío.
Unos y otros fueron asignados a cuatro seminarios, para evaluar la economía, las áreas sociales, la defensa nacional y las relaciones internacionales. El curso fue semestral, de medio tiempo, durante cinco días a la semana. Implicó también visitas a brigadas estratégicas para la defensa del país. Fue una gran experiencia, que evoco con añoranza ante los recientes acontecimientos que han afectado al estamento militar y a la Policía.
De hecho, uno de los compañeros fue ministro de Defensa. Otro, comandante de la Fuerza Aérea Colombiana. El capitán de Navío fue comandante general de la Armada Nacional. Fue un grupo excelente, con el que convivimos conociendo su carrera militar y las diversas etapas de su formación y de su experiencia en la defensa de la nación.
El mecanismo para ingresar al Cidenal ha variado sustancialmente, en la medida en que se ha convertido en el programa más apetecido a nivel estratégico, con cerca de 1.200 aspirantes para 40 cupos anuales. Los requisitos son tan estrictos como los establecidos para los diversos cursos de la formación militar y de Policía.
Es conocido que en la formación de los militares y de la policía se incluye el tema de los derechos humanos y las normas establecidas en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Hay maestrías en seguridad, defensa nacional y estrategia. Algunos igualmente adelantan programas académicos universitarios en las diversas disciplinas liberales de la sociedad civil.
Si algunos integrantes de la fuerza pública se apartan de los principios en que fueron formados, deben ser juzgados por las autoridades competentes y sometidos a las penas que las leyes establecen. Pero de ninguna manera se debe asumir que dichas conductas son generalizadas en el Ejército y en la Policía.
Tanto la Comisión de la Verdad como la Jurisdicción Especial para la Paz han demostrado la confluencia de algunos dirigentes políticos en las conductas erradas de los miembros de la Fuerza Pública. La sociedad civil espera que se juzgue con el mismo rigor a quienes desde el Estado propiciaron semejantes delitos, que estremecen el alma de los colombianos, que respetan, admiran y quieren a las Fuerzas Militares y a la Policía.
Agrego el siguiente texto que representa el sentimiento nacional: “Pero tiene que quedar claro que el talante democrático que han demostrado los generales para obedecer al presidente debe ser el mismo talante democrático y de respeto a la Constitución que debe tener el presidente Petro para darles las órdenes a los generales. El presidente Petro no puede dar órdenes que conduzcan a los generales a su humillación personal y a la humillación de los colombianos como nación” (“El general Sanabria en su laberinto”, Viviane Morales H. El Tiempo, 06/09/2022).