Un duendecillo se metió a la imprenta de El Espectador y cambió un titular
En otras épocas se hablaba en las redacciones, y se escribía a menudo en las erratas de los periódicos, sobre “los duendecillos de la imprenta” para explicar errores absurdos en las publicaciones, cuyos autores podrían jurar que no pudieron haber cometido. Y les confieso que uno a veces dudaba si en verdad existían esos personajes. Pues aunque en extinción, esta semana volvimos a dudar de su existencia en la redacción de El Espectador.