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De tensiones e idiomas

Francisco Gutiérrez Sanín

07 de marzo de 2025 - 12:05 a. m.
“El Occidente liberal quiere mantener el derecho de desestabilizar regímenes diferentes atacando a Rusia": Francisco Gutiérrez Sanín.
Foto: EFE - JIM LO SCALZO / POOL

Hitler convocó al presidente checoslovaco Emil Hácha el 4 de marzo de 1939 para notificarle que había decidido tomarse su país. Después de hacerlo esperar horas, lo recibió a los gritos. Según historiadores serios, Hácha sufrió un infarto en medio de la terrible sesión. Es uno de los pocos precedentes de la encerrona que le armaron recientemente Trump y Vance a Zelenski para notificarle la partición de Ucrania. Partición al estilo del siglo XXI: no a lo largo de líneas claramente delimitadas. El negocio que quiere Trump es que Rusia se quede con parte del suelo, y Estados Unidos con el subsuelo.

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Pero hasta allí llega la analogía. Hitler quería comenzar una guerra. Trump quiere terminarla. Hácha venía a escuchar una propuesta “que no podía rehusar”; Zelenski también, pero era una que él mismo había planteado. Los protagonistas del evento reciente son todos, en el mejor de los casos, demócratas dudosos; en el de 1939, habían abandonado abiertamente ese terreno. Hitler estaba consolidando su dictadura homicida y Hácha un régimen autoritario.

Pero la diferencia más sustancial entre entonces y hoy consiste en el papel del Occidente liberal en el vector de fuerzas en conflicto. Durante la Segunda Guerra, jugó (junto con sus socios soviéticos) un papel transformador y liberador vital para la derrota del nazismo. Con los inevitables meandros, desencuentros y horrores, pero de manera indiscutible. Hoy, su posición y lugar son mucho más oscuros y destructivos. Quiere mantener el derecho de desestabilizar regímenes diferentes (violando uno de los principios fundadores del orden mundial de la segunda posguerra) atacando a Rusia (como etapa intermedia para enfrentar a China) y proponiendo como opción de paz su presencia militar en Ucrania.

Esto es inaceptable para Rusia. La presencia militar de Occidente en Ucrania, vía OTAN, fue una de las principales razones para el ataque contra Ucrania. El tropo occidental acerca de una “guerra inmotivada” se ha repetido ritualmente millones de veces, pero no tiene pies ni cabeza. El hecho de que la OTAN, en su proceso de expansión, recibió todas las advertencias en contra, violó todos los acuerdos críticos, y creó todas las condiciones para que desembocáramos en el relajo actual, está cuidadosamente documentado por muchos observadores. Entre ellos, algunos de los mejores analistas con los que contó Estados Unidos para consolidar su poder global en las últimas décadas (como George Kennan y Henry Kissinger).

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Pues, si la emboscada de Trump y Vance escandaliza por lo brutal y asimétrica, vale la pena recordar que el globalismo occidental creó todas las condiciones para que cosas como esas pasaran. Optar por la diplomacia era anatema: no se hablaba con los adversarios, se propiciaba el regime change. Era desde sus lugares de poder desde donde se establecía qué se podía hacer o no.  Peor aún: seguimos en las mismas. Al primer ministro británico lo primero que se le ocurrió fue proponer la creación de una fuerza paneuropea para que hiciera presencia militar directa en Ucrania (como “garantía” para ese país) bajo el nombre de “la coalición de buena voluntad” (coalition of the willing). ¡Es decir, el mismo nombre que usaron los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros aliados para invadir a Irak en 2003! Violando la legalidad internacional, por fuera del marco de las Naciones Unidas, y respondiendo a una terrible amenaza que resultó ser una invención.

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Esta clase de reincidencias son características de fuerzas que tienen poco ya que ofrecer, lo que pone al mundo en una posición peligrosa: la defensa de la democracia y la de un mundo multipolar están en brutal tensión.

Me preocupa que en esta situación de cambio en gran escala, cuya comprensión es fundamental, nuestra información relevante sea una fea y ponzoñosa papilla. Coreano y chino son “ching chon chun”. Ese es el nivel. ¿Será ir demasiado lejos en mi minimalismo desear que nuestros majaderos pierdan un poco de seguridad en sí mismos?

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