LAS PARA, TEODO, YIDIS, NOTARIO políticas son una desgracia. Evidencian un proceso en gran escala de descomposición.
Se me antoja, empero, que no se habla lo suficiente de la luisguipolítica, que tal vez sea igual de importante. ¿En qué consiste? En la exhibición pública, purísima, sin un rescoldo de mala conciencia, quizás a veces entusiasta, de una ineptitud sin reatos. En su versión superior, la idiotez se comete en el contexto de una acción que el protagonista considera una jugada inteligentísima.
Todo el trámite del referendo reeleccionista está transido —¿podría ser de otra forma?— de luisguipolítica. Comienza con la incapacidad de redactar bien la pregunta (¡Dios, si eran menos de diez renglones, y se trataba ni más ni menos que de garantizarle a Colombia la continuidad de su caudillo!). Sigue con Luis Carlos Restrepo impugnando a los conciliadores. ¡Lo vieran! ¡Se creía Rasputín en el trópico! Termina con la reciente solicitud de Giraldo de que le devuelvan las cuentas del referendo –ya de por sí opacas— para meterles unos pequeños ajustes que recién se le ocurrieron, y a los que nunca antes se había referido. El buen muchachón, a quien terminé cogiendo aprecio —como sucede con todo el que nos hace reír de veras— habrá puesto su expresión astuta, pensando: los embromé, nadie se dará cuenta de lo que quiero.
El DAS se ha convertido en una sentina, pero también en una vitrina de exhibición de luisguipolítica. Allá hacían horrores, pero chamboneando. De pronto había más hubris que estupidez: se consideraban a salvo de todo. Notará el lector que en este contexto la ineptitud no nos pierde: antes nos salva. Como fuere, el último episodio de luisguipolítica relacionado con el DAS es verdaderamente delicioso. El Fiscal encargado denuncia que en su entidad también están ‘chuzando’ a la Corte Suprema, y el Gobierno de inmediato canta victoria. Un comunicado de la Casa de Nariño concluye que “afortunadamente” “se empieza a esclarecer la verdad”. Hablan el Presidente, el vice, el comunicador de Palacio; funcionarios y amigos componen acrósticos. Cesó la horrible noche. Encima se decreta que esto sólo constituye una pieza de un rompecabezas más grande, un complot contra el Gobierno. Necesariamente internacional, porque aquí tenemos la mejor política de seguridad del mundo, el mejor proceso de paz, el mejor Presidente y somos los más felices. Cómo nos envidiarán.
Lo que más me asombra del episodio es este tono inmarcesible. Creería uno que si, además del DAS, otra institución del Estado se ha dedicado a espiar y/o acosar a los magistrados, esto hace que la situación sea más, y no menos, grave. Esto no se les ocurre a los luisguipolíticos, que son especialistas en humorismo involuntario.
Piensen ahora cuánto le han costado al país estas bromas. ¿Quizá no mucho menos que las sórdidas hazañas de los tramposos y los matones? En todo caso, es mejor que nos vayamos acostumbrando a la presencia, y prominencia, de los luisguipolíticos. Ellos necesitan al caudillo, sin el cual no serían nada. El caudillo los necesita a ellos, pues su sistema de gobierno requiere más gente incondicional que gente eficiente. No, no vamos hacia una dictadura desarrollista al estilo asiático.