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Los otros temas

Francisco Gutiérrez Sanín
20 de diciembre de 2024 - 05:05 a. m.
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El 2024 llega a su fin. Sí: las canchas se acaban. Y cuando eso pasa, es sano darle una pensada a lo que quedó faltando.

Hubo toda una cantidad de temas que consideraba interesantes, pero que se me quedaron por fuera de esta columna. ¿No era prácticamente indispensable referirse a los cien años de La Vorágine? Afortunadamente, otros lo hicieron bastante bien: la ayuda de los demás puede convertir muchos pecados potencialmente mortales en veniales.

No puedo decir lo mismo sobre el silencio acerca de la que era para mí la otra fecha literaria fundamental de este año: el también centenario de la muerte de Franz Kafka. Considero al gran tocayo un buen amigo, que me ha acompañado a lo largo de la mayor parte de mi vida.

¡Vale la pena leerlo! Me podrán preguntar: ¿No está un poco fuera de lugar recomendar a un autor tan sombrío en época navideña? No creo. He leído a Kafka por muchas razones, pero una de las principales ha sido para reírme. Es que la mayoría de sus escritos están alimentados por un sentido del humor absolutamente salvaje. Otro gran escritor checo, Kundera, quien murió el año pasado, refutó de manera terminante la idea de que su talante fuera triste, solemne y melancólico.

El sentido de la ironía, la sensación permanente de que el mundo está movido por fuerzas aterradoras totalmente ajenas a nosotros, la manía de narrar permanentemente al borde del sobresalto (“el día menos esperado puedes amanecer convertido en una cucaracha”) hacen de Kafka un autor tan actual como siempre lo fue. Me imagino que esa es una de las definiciones posibles de ser un clásico. Si me apuran y me preguntan cuáles de sus obras considero todavía indispensables, tendría que responder con un largo listado. Le pregunté a ChatGPT y puso en los primeros dos puestos a La Metamorfosis y El Proceso.

El oráculo acierta: son un par de joyas imperecederas. Pero para esta columna recomendaría otras dos. Primero, Investigaciones de un perro, un bello y poderoso cuento, que explica maravillosamente bien por qué pensar a la sociedad siempre tiene un efecto de extrañamiento (el esfuerzo de dar un paso atrás y de verla, y verse a uno mismo, a la distancia). Llevo ya años dictando cursos de metodología (un poco un gusto adquirido), y no me explico bien por qué no lo he puesto nunca entre las lecturas básicas. Ameritaría ser un punto de referencia clave, para discutir al principio y al final del curso. Pero, por alguna razón, nunca me he animado a hacerlo. No sé si alguna vez lo haga. Compenso la omisión recomendándolo en esta columna a lectores, jóvenes analistas sociales y profesores que quieran referenciarlo.

El otro es América, la única incursión de Kafka en el Nuevo Mundo (un migrante europeo pobre desembarcando en los Estados Unidos): en realidad, en un mundo no geográfica sino socialmente nuevo, en donde había todo por aprender pero ningún referente claro para hacerlo bien. Me temo que en la actualidad nos encontramos en un trance parecido. Cabalgando sobre cambios tecnológicos, sociales y políticos enormes, sin buenas herramientas no digo ya para enfrentarlos sino siquiera para entenderlos. Y en tales tremedales nos coge la entrada al 2025.

Estos son los olvidos literarios... pero siento que tenía que haber escrito también mucho más de deportes. Piensen por ejemplo en el ajedrez, que se ha convertido en un laboratorio del cambio social global. Figúrense: el campeonato mundial masculino que acaba de terminar enfrentó a un chino y a un indio (ni hablemos del lugar que ha adquirido en el juego la inteligencia artificial).

Para no hablar de temas políticos que ameritan atención obsesiva y que se me quedaron en el tintero… comenzando por la paz, que merece más reflexiones cuidadosas. Quizás comience el próximo año insistiendo sobre esto, no vaya a ser que lo olvide.

Felices fiestas.

Conoce más
Sixto(kwupp)21 de diciembre de 2024 - 04:04 a. m.
¡Inmenso Kafka! También es buena la biografía de su amigo Max Brod...
Juan(17942)20 de diciembre de 2024 - 08:29 p. m.
Seguir pensando en la PAZ TOTAL es una responsabilidad histórical.
Gines(86371)20 de diciembre de 2024 - 05:26 p. m.
¡El ajedrez ha muerto, Francisco! Por lo menos el gran ajedrez tal como lo conocíamos, el de Capablanca, Alekhine, Fischer, Kasparov, Carlsen. Los campeoncitos de ahora, son eso: campeoncitos. Khalifman, Ponomariov, Liren, campeones de a peso, con un ajedrez abúlico. Cambiando de tema, llegué a pensar que había leído TODO de Kafka y con el cuento que mencionas, ¡quedé de una sola pieza! ¡Habrá que leerlo! Feliz fin de año y próspero 2025.
Carlos(87476)20 de diciembre de 2024 - 04:01 p. m.
👍👍👍👍
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