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Novelón deprimente pero revelador

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Francisco Gutiérrez Sanín
21 de noviembre de 2025 - 05:05 a. m.
“¿Se volverán públicos? Trump todavía tiene margen para bloquear la circulación de parte de los archivos Epstein”: Francisco Gutiérrez Sanín
“¿Se volverán públicos? Trump todavía tiene margen para bloquear la circulación de parte de los archivos Epstein”: Francisco Gutiérrez Sanín
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Parece que saldrán a la luz los nombres de los socios y clientes de Jeffrey Epstein, la celebridad pedófila que, después de su muerte, ha retornado como un espectro para sobresaltarlos. El culebrón que, como todos los productos del género, ha ido revelando sus misterios gota a gota. Es increíblemente sórdido, pero a la vez importante, pues revela, no sé si la cara, pero sí una de las caras, del actual poder político y económico global.

Epstein mismo es un personaje colorido. Inicialmente nerd, profesor de matemáticas, hábil lagarto, trepador desaforado, armó su red de abuso sexual de menores, en paralelo con toda una serie de actividades financieras, en buena parte después de haber sido condenado por acceso carnal violento. A nadie le importó esa mancha: como dijo una de las personas que se codeó con él, y que después lo evadió con repugnancia: en la sociedad neoyorquina, el único crimen imperdonable es ser pobre. Epstein compró una isla donde atendía a políticos, multimillonarios, miembros de diferentes realezas, celebridades mediáticas e intelectuales. Nombremos sólo a algunos: el inglés príncipe Andrew; Larry Summers, connotado economista, exrector de la Universidad de Harvard (quien, a propósito, tuvo que renunciar por comentarios grotescamente machistas); Bill Clinton; Bill Gates; el multimillonario y extremista de derecha Peter Thiel; y Donald Trump, por supuesto. Los cruces con ellos no consistieron en tomarse una foto juntos, o en intercambiar un saludo, sino en largas e íntimas interacciones.

Como han mostrado diferentes periodistas acuciosos, la gran mayoría de estas relaciones se tejieron cuando ya se sabía públicamente quién era Epstein. Nadie puede alegar razonablemente ignorancia. Tampoco el sistema judicial gringo, que, de la mano de Alex Acosta (un fiscal torcidísimo, que ameritaría un comentario aparte), otorgó a Epstein en 2008 un acuerdo tan generoso que desafía la credibilidad de cualquiera. En 2019 finalmente lo apresaron, pero murió en una cárcel de alta seguridad poco después. La versión oficial es que se suicidó. Pero déjenme mantener aquí un margen de duda a favor de la teoría conspiratoria (las conspiraciones no gobiernan al mundo, pero sí ocurren): hay una probabilidad mayor que cero de que lo hayan matado. Sabía demasiado.

El brutal emponzoñamiento de la vida pública estadounidense ha resquebrajado el muro de silencio que protegió durante tanto tiempo los secretos del caso Epstein. Pues, en efecto, liderazgos de ambos partidos estaban involucrados. Durante la pasada campaña presidencial, tanto Trump como sus agitadores extremistas (que terminaron dirigiendo agencias claves, como el FBI) exigieron que aquellos secretos se hicieran públicos. Pero, una vez llegó al poder Trump, calificó todo el asunto como un fraude (hoax) demócrata y trató de archivarlo. Concedió también un acuerdo magnífico a la encarcelada cómplice y compañera de Epstein, Maxwell. Pero esta vez, su maniobra no funcionó. Algunos republicanos sintieron que defender la pedofilia serial era ya ir demasiado lejos. Otros sufrieron la indignación de sus electores. Y las víctimas denunciaron con contundencia los horrores de todo el asunto. El martes pasado, la Cámara de Representantes gringa votó casi por unanimidad a favor de la publicación de los archivos de Epstein.

¿Se volverán pues públicos? Trump todavía tiene margen para bloquear la circulación de, al menos, parte de ellos. Pero la presión es mayúscula. Y lo que ya conoce el público es sustancioso. Revela la existencia de toda una red de abuso y negocios, con Trump como una de sus figuras centrales. Corroborando el dicho del propio Epstein: “He conocido a gente muy mala, pero ninguna tan mala como Trump. No tiene una sola célula decente”.

Pero lo más de fondo es que el asunto no es aún otra brutalidad extravagante de Trump. En más bien un absceso que estalló. Y debería darnos mucho que pensar. Por ahora, nuestros medios podrían dejar de asumir que todo lo que digan las autoridades de la potencia del norte es verdadero, limpio e íntegro.

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DIEGO ARMANDO CRUZ CORTES(25270)22 de noviembre de 2025 - 02:39 a. m.
Que tienen en común Jeffrey Epstein, Harvey Weinstein, y Dominque Strauss- Kahn? yo digo la primera, gente con mucho poder y dinero acusados por el mismo delito. Digan ahora ustedes el segundo tema en común para observar un patrón permanente que se repite en muchas organizaciones empresariales.
Álamo(88990)21 de noviembre de 2025 - 07:26 p. m.
Pues habrìa que agregar que en el caso el aporte colombiano es lamentable: Don Andrés no sólo come carne de res, según datan buenos informes. Solo resta decir: 'No-hora' de callar.
Astrid Vallejo(60305)21 de noviembre de 2025 - 06:49 p. m.
Excelente columna.
Hernando Villate París(61673)21 de noviembre de 2025 - 04:27 p. m.
Desafortunadamente tuvieron más que suficiente tiempo para "peluquear" los famosos informes, por eso Trump accede a que sean publicados... o por qué lo haría?
CARLOS BARRGAN(lcggj)21 de noviembre de 2025 - 03:58 p. m.
Que se sepa la verdad, es lo que se quiere, y obviamente, que se haga justicia.
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