Retrocesos

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Francisco Gutiérrez Sanín
14 de abril de 2023 - 02:05 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Ha estado muy difundida una cierta mentalidad según la cual al menos algunos derechos, una vez adquiridos, quedan más allá de toda disputa. En esos casos, el reloj de la historia no se mueve en reversa.

Sin embargo, la dura experiencia muestra que los derechos a veces se ganan, pero también se pierden. La no refrendación de las mayorías, la falta de consistencia en la pedagogía pública, la desarticulación entre sectores sociales y partidos son algunos factores que abren las puertas a retrocesos dramáticos. Quien quiera visualizar mecanismos como estos tendrá en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en los Estados Unidos un estudio de caso dramático.

A grandes rasgos (los expertos me corregirán), la historia es la siguiente. Durante décadas, el aborto ha sido legal en ese país, pero por vía judicial. Nadie se aventuró a refrendar esta conquista políticamente, en el Congreso. Los demócratas seguramente no querían remover el avispero y estaban ocupados en otras cositas. Y los republicanos tenían buenos incentivos para no echarse encima a un buen número de votantes. Esto último es importante. Al menos en los últimos años, los sondeos de opinión son contundentes: la gran mayoría de los ciudadanos de ese país están en contra de la ilegalización del aborto. Eso es verdad incluso para sectores republicanos. Al fin y al cabo, estamos hablando de un país altamente desarrollado y próspero, con una capacidad tecnológica impresionante, con integraciones masivas de las mujeres al mercado laboral, etc.

¿Qué sucedió entonces con el Partido Republicano? El peso de la derecha extrema, mucha de ella conectada orgánicamente con religiosos militantes, creció dentro de él, hasta volverse mayoritaria bajo Trump. Esa derecha tiene motivos programáticos para jugar con las agujas de ese reloj que, según algunos creen, se mueve mecánica e inevitablemente hacia adelante. Y lo hizo. Una de las grandes destrezas republicanas ha sido apuntar a nombramientos estratégicos en el aparato de justicia. Trump estuvo a la altura de ellas: nombró a tres de nueve magistrados de la Corte Suprema —si recuerdo bien—, después de lo cual el alto tribunal deshizo la decisión judicial histórica (Roe vs. Wade) que le había abierto las puertas al aborto y dejó su legalidad o no en manos de los estados. La descentralización y el localismo, no por casualidad, han sido otra de las grandes banderas de la derecha estadounidense. Ya varios de aquellos (los estados) se han movido en una dirección agresivamente prohibicionista. Ahora se acaba de producir un nuevo episodio. Un juez de Texas prohibió el uso de la mifepristona, una droga abortiva (que también, según entendí, se receta para mujeres que han tenido abortos accidentales). Típicamente, su fallo incluye una denuncia acalorada de la agencia regulatoria federal (la FDA). Asociaciones de facultativos le salieron rápidamente al paso al juez, argumentando que su retórica ignoraba hechos científicos básicos (el personaje, nombrado por Trump, es abogado, no médico).

El lector se preguntará cómo entonces pretenden los republicanos hacer la cuadratura del círculo: avanzar en su agenda sin perder una y otra vez las elecciones. Pues, como dije, esta ofensiva contra los derechos de las mujeres no es popular, incluso tampoco en algunos círculos conservadores. La respuesta podría no ser muy amable: si la extrema derecha republicana adquiere la capacidad de jugar con las reglas que transforman votos en decisiones, la operación podría ser posible. Los últimos años están llenos de intentos por hacerlo; algunos exitosos, otros no. Es muy probable que se sigan produciendo.

Esta experiencia conlleva recordatorios y lecciones. Una simple, pero muy importante, es la siguiente: los discursos contra la ciencia y el Estado, al menos los más planos —muchos de los cuales han entusiasmado a académicos durante años—, no son tan favorables a la conquista de derechos. La defensa y rescate de estos pasa a menudo, no por casualidad, por una apelación a la ciencia y la regulación.

Conoce más

 

Juan(45350)15 de abril de 2023 - 02:54 a. m.
En esa situación y su discusión no cabe lo de si se es católico protestante o ateo es un país cavernario donde le venden a a un ciudadano más fácil un fusil que un medicamento...que basura
Juan(45350)15 de abril de 2023 - 02:51 a. m.
USA es un país de doble moral
Fernando(70558)14 de abril de 2023 - 11:47 p. m.
Bien dicho: "La no refrendación de las mayorías, la falta de consistencia en la pedagogía pública, la desarticulación entre sectores sociales y partidos son algunos factores que abren las puertas a retrocesos dramáticos." Esto exactamente nos puede suceder ahora de cara a los proyectos de cambio propuesto por el gobierno en materia de salud, pensiones y reconquistas laborales. Las mafias q nos han gobernado aún son mayoría. Colombia Humana: ¡¡¡A EDUCAR !!!!
Pedro(77910)14 de abril de 2023 - 07:39 p. m.
Este es un país católico. Te jodiste
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.