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Turbulencias

Francisco Gutiérrez Sanín

05 de diciembre de 2025 - 12:05 a. m.
“Trump combina sus intimidaciones a países latinos con el indulto al expresidente hondureño, condenado por narcotráfico” Francisco Gutiérrez
Foto: NYT - DOUG MILLS

La reciente encuesta de Invamer, basada en una muestra muy grande, estremeció el escenario político. Como si nos hiciera falta un sacudón más. Pues en las últimas semanas se ha acumulado una cantidad enorme de hechos desestabilizantes.

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El último de ellos, en el momento en que escribo estas líneas, es la agresión de Trump contra Colombia, que sigue al ataque a Venezuela. El pretexto es la guerra contra las drogas. No digo que la producción de coca y cocaína no sea más que tangible; lo que afirmo es que, desde sus inicios, un componente fundamental de esa guerra fue un proyecto de dominación, cuya descarada contabilidad por partida doble queda hoy, más que nunca, en evidencia. Pues el gobierno de Trump combina sus intimidaciones a varios países latinoamericanos (ya van tres, al menos: México, Venezuela y Colombia) con el indulto al expresidente hondureño, Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico masivo. La cuestión más inmediata aquí es la protección de los amiguitos de Trump y la promoción de su agenda política, que se logra en este caso también a través de crímenes de guerra, con el objetivo de aleccionar y disciplinar, como volar por los aires embarcaciones que supuestamente van de América Latina a Estados Unidos cargadas de droga (la evidencia sugiere que incluso esto podría ser una patraña). Ya van más de 80 asesinatos en ese contexto. La idea, como dijo el secretario de Guerra, Pete Hegseth, en una reciente reunión del gabinete de Trump, es mostrar que los Estados Unidos son lo suficientemente letales como para volver a ser temidos. Su frase emblemática, que ahora recorre los Estados Unidos, es una orden para acabar con los desdichados que sobrevivieron a un primer bombardeo, pero también una conminación genérica: “mátenlos a todos” que, inconscientemente, parafrasea la descripción por parte del gran escritor Joseph Conrad del espíritu colonial: “exterminad a todos los salvajes”.

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Lo que me lleva de vuelta a la encuesta. Un primer ejercicio simple pero constructivo que uno podría hacer a partir de ella sería la evaluación de las fortalezas, debilidades y amenazas de cada corriente política y cada uno de los tres candidatos que, como predije hace rato que pasaría, acapararon la punta. Ni el espacio, ni el tiempo, ni la naturaleza misma de ese análisis permiten que quepa en una columna. Pero baste con señalar que uno de los grandes problemas que enfrentan tanto la derecha como parte del centro colombiano (ni de lejos todo) es su absoluta incapacidad para incorporar cualquier noción de soberanía, por precaria o marginal que sea, a su retórica. Eso es lo que tienen en común el Destripador, la Consentidora, el Caudillo y la serie de pequeños galanes y monigotes que dan saltitos a su alrededor. De hecho, ven y utilizan a Trump y al barco Gerald Ford como carta de amenaza contra “los mamertos”. Ni un solo amago de mención a un destino común republicano y nacional.

Cosa que sí exhiben muchas extremas derechas globales –distorsionada y espantosa, pero clara y a veces muy potente–, comenzando por Trump y terminando incluso por Milei. En el caso del Destripador, aunque tiene muchas virtudes (cuidado con olvidarlo), su problema, aparte de su pasado, es que solamente expresa “el aullido de la bestia bien alimentada” (gracias, esta vez, London). Pero además, muchas de estas gentes son lacayos, a veces vinculados a círculos de conspiradores de Miami, peligrosos, pero despreciables e impresentables.

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El valioso Adam Isaacson cree que el intervencionismo de Trump en Colombia, a diferencia de lo ocurrido en otros países, fortalecerá electoralmente a la izquierda. Es bien posible, pero depende de varios factores (incluyendo la manera en que ella juegue sus cartas). Por el momento, el episodio me recuerda el aforismo atribuido a Kissinger: “ser enemigo de Estados Unidos es muy peligroso, pero ser su amigo es fatal”. Hay que saber escoger algo que caiga entre esas dos trampas.

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