Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Anteriormente los departamentos se dividían en provincias y municipios. Aunque las provincias no tenían organizaciones administrativas, eran un referente importante para identificar áreas territoriales con características propias. Una de las provincias emblemáticas de Cundinamarca fue la de Oriente, compuesta por 10 municipios y con Cáqueza como capital. Está ubicada en el centro de la parte más ancha de la cordillera Oriental, que a su vez es la más amplia de las tres que atraviesan el país y que cuenta con muchas irregularidades geográficas y fuentes hídricas.
La vía de conexión con Bogotá era la antigua carretera a Villavicencio, que hasta los años 50 del siglo pasado estuvo en pésimo estado y cuyas mejoras apenas alcanzan a hacerla transitable. Esta carretera atraviesa los municipios de Chipaque y Cáqueza en esta provincia, y tiene desviaciones que conectan con los ocho restantes. En los años 70 del siglo pasado se construyó la carretera Bogotá-Choachí, que asciende en medio de los cerros de Monserrate y Guadalupe hasta el páramo de Cruz Verde, lo atraviesa y desciende hasta los municipios de Choachí, Ubaque y Fómeque, que a su vez conectan con la antigua carretera a Cáqueza. Los dos municipios más aislados son Fosca y Gutiérrez, cuentan con una vía que lleva a Une, pueblo que se conecta a su vez con Chipaque, que está a menos de 10 kilómetros.
Esta provincia aislada, como casi todas, fue emblemática en la época de la Violencia, debido a que Une era el único municipio liberal; los nueve restantes militaban en el Partido Conservador. En Une esperaban ataques nocturnos de sus vecinos “godos” y en estos, los ataques de los “cachiporros” de Une. Este pueblo fue famoso en la Guerra de los Mil Días (1899-1902) por sus guerrillas liberales que los militares del Gobierno conservador no pudieron vencer.
Conozco bien esa bella provincia, pues viví en Une 11 de mis primeros 12 años. De allí era mi papá —Fidel Leal—, jefe natural, académico y político. Fui el menor de cinco hijos, con cuatro hermanas mayores. Mi papá tenía una finca en el páramo de Cerro Negro, a un par de horas del pueblo, con cultivos de papa y ganado bovino, adonde se iba a lomo de mula. En 1950 me llevaron a Bogotá a continuar interno mi bachillerato, pues el colegio que fundó mi papá (hoy colegio departamental) sólo tenía hasta segundo grado. Por causa de la Violencia, mi familia se trasladó a la capital al año siguiente.
Estos recuerdos los traigo a colación pues en la Semana Santa pasada estuve de paseo en un terreno que compró mi hija Claudia María, a un costado del río Blanco por el lado de Fómeque, pues el lado contrario pertenece a Choachí. A poca distancia, aguas abajo, este río se une con el río Negro en el corregimiento de La Unión; de ahí se deriva su nombre. Este poblado era muy conocido durante mi niñez, pues era un lugar de veraneo de las élites de la región por su clima templado, estable y agradable.
Ojalá los bogotanos se animen a visitar esta provincia dada su cercanía, hermosos paisajes y deliciosos amasijos.
