Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Hubiera querido olvidarme de Petro por un tiempo, pero no fue posible dadas las circunstancias que ocurren con frecuencia alrededor de su figura. Es bien conocida la terquedad en sus costumbres, derivada de su narcisismo, así como el llamado a movilizaciones populares para contrarrestar situaciones que alientan a la oposición, entre otras. Eso fue lo que ocurrió tras un escándalo alimentado por su exjefa de gabinete —la inexperta Sarabia— y el mañoso exembajador Benedetti, dos personas que representan escogencias sin criterios definidos, al son de la personalidad de Petro en circunstancias aleatorias. El escándalo jurídico provocado por ambos afectó al Gobierno y podría desembocar en lo que Petro llamó un “golpe blando”.
El estímulo presidencial a movilizaciones en buena parte de las ciudades del país ha buscado defender sus propuestas de reformas sociales, como las de salud, laboral y pensional, frente a la pérdida de mayorías de la coalición a favor del Gobierno en el Congreso, junto con la disminución de la favorabilidad de Petro en las encuestas. Estos hechos son contrarios a la tendencia de reducción del precio del dólar y el costo de vida en la economía nacional. De manera excepcional, un grupo de figuras internacionales ha hecho pública una carta de apoyo a Petro, lo que amplía la situación más allá del respaldo oficial de Estados Unidos al Gobierno nacional.
Esta dinámica inédita a menos de un año de iniciada la administración de un presidente claramente de izquierda despierta muchas expectativas hacia el futuro en varias direcciones, sobre todo en un año de elecciones para cuerpos colegiados. Fuera de pronósticos derivados de tendencias de polarización a favor y en contra del Gobierno, en particular de la figura presidencial, es difícil prever lo que ocurrirá en el inmediato futuro y, ante todo, en el tiempo de más de tres años que le resta a un Gobierno liderado por una figura impredecible, frente a casi todos los mandatarios anteriores. La complejidad del país en diferentes dimensiones hace que la coyuntura por la que atraviesa sea casi única en la historia nacional, problema que suena un poco exagerado dadas las numerosas sorpresas que han alimentado la vida republicana. Colombia está en medio de una incertidumbre política en la que cabe cualquier pronóstico y/o especulación.
En medio de esta barahúnda, lo que sí es seguro es que no habrá cambios en los comportamientos del primer mandatario, dada su personalidad que, antes que apreciar el entorno que lo rodea, se mira al ombligo para tomar decisiones generalmente apresuradas y muchas veces sorpresivas. Esperemos que no se desborden las situaciones al veloz ritmo que transcurren. Es un contexto desafiante para analistas políticos, aunque no para la cantidad de comentaristas que desde un inicio tomaron partido a favor o en contra de una figura cuyas conductas son con frecuencia sorpresivas en casi todas las situaciones de un ambiente político inestable.
Habrá que observar los cambiantes entornos de coyuntura en coyuntura para no caer en la tentación de predicar lo primero que se nos ocurra.
