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Pazaporte

La sociedad de los escombros

Gloria Arias Nieto
29 de junio de 2021 - 05:30 a. m.

Se cumplió el miércoles el encuentro convocado por la Comisión de la Verdad entre exguerrilleros de las Farc y víctimas de ese horrible delito llamado secuestro; así, con sus nueve letras, secuestro, no retenciones. Un delito, no una equivocación.

Algunos analistas han reconocido el enorme valor de esta sesión histórica; otros prefirieron buscarle falencias a la jornada y cuestionaron desde el tipo de escenario hasta la representatividad de las víctimas y el arrepentimiento de los excombatientes. Convendría recordar lo obvio: no hay manuales universales para convertir el odio en perdón y la construcción de paz es un acto de filigrana, heroico, no infalible.

Colombia es una triste demostración de que “nadie es profeta en su tierra”, tenemos los ojos llenos de vigas y demasiadas conciencias oliendo a plomo. El Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición construido en el Acuerdo de Paz es referente en los cuatro puntos cardinales de nuestro conmocionado planeta. Pero en casa el Acuerdo estorba a los jinetes de la guerra; parece que sin una violencia crónica e irreductible, no hay discurso que los sostenga ni ignorancia que los elija.

No es fácil despojarse del traje de combatiente o de la cadena atada al cuello, subirse a un escenario y reconocer frente al mundo que la guerra es bárbara y estéril, que la venganza no tiene sentido y que nadie pide ni ofrece olvido, pero sí perdón. No es fácil confesarse víctima ni victimario: ambas condiciones llevan dentro una inmensa carga de inclemencia y humillación, padecida, cometida y heredada en el marco de un conflicto enceguecedor. Toda Colombia debería ver, sentir y valorar la sesión del miércoles, y los invito a hacerlo.

Exceptuando dos intervenciones bastante apáticas y desenfocadas, todo lo demás (cinco horas) estuvo lleno de sentido, revelaciones, profundidad, tristeza por lo vivido y urgencia vital por lograr la paz.

Llorar es un verbo que no solo se conjuga con lágrimas. Yo sentí valor, verdad y arrepentimiento en las palabras de Pastor Alape y de Rodrigo Londoño, y profundas heridas, pero no sed de venganza ni odio irredimible, en los testimonios de los secuestrados. Sentí la infinita bondad y la generación de confianza en el trabajo del padre De Roux, y la razón y el corazón de los comisionados representados en Marta Ruiz. Sentí la voz quebrada y la valentía intacta de Íngrid Betancourt y todo cuanto ella representa en la historia de la consternación, la dignidad y la fortaleza en medio de la adversidad. Sentí esa parte del país que no permitirá que lo devuelvan a la confrontación armada ni a las cadenas perpetuas impuestas por el miedo y la malevolencia.

Ojalá se quedara mucho más tiempo la Comisión de la Verdad y trabajara también con nosotros, los 50 millones que no estuvimos secuestrados ni empuñamos un yugo ni un fusil, pero nacimos, crecimos y vivimos en un país atravesado por la tiranía de la violencia. Queremos, como sustrato, como piso y aliento de la paz, aprender a reconstruirnos en clave de sol, digo, en clave de luz.

Una lección profundamente conmovedora, este encuentro entre excombatientes y secuestrados. Ahora necesitamos que la sociedad de los escombros, la del silencio y el conflicto crónico, esté dispuesta a reaccionar, a cambiar el rumbo y se permita perdonar y ser perdonada. Si no, la sombra de la guerra seguirá galopando y la paz será otra víctima de la desaparición forzada y de la estupidez sin tregua.

gloria.arias2404@gmail.com

 

Francisco(30227)30 de junio de 2021 - 04:24 p. m.
Alguien dijo por ahí: El "perdón" es la EXCUSA de los cobardes.
jorge(266)29 de junio de 2021 - 03:15 p. m.
No se preocupe sea Gloria, que en el 2022 votarán por Mafe Cabal y plomo es lo que hay. Y el 13 de marzo el tamal, el cemento y la teja serán los votantes. O en el mejor de los casos, no saldrán a votar.
  • jorge(266)29 de junio de 2021 - 03:23 p. m.
    Pero el verdadero cambio, la verdadera paz, empezará a constituirse desde el 13 de marzo del 2022. Allí con nuestro voto ( y el de los jóvenes que salieron a protestar) se asomara una nueva Colombia: y nuestros muertos descansarán en paz.
Antonio(sa3gs)29 de junio de 2021 - 02:57 p. m.
Ni un muerto más por la violencia.
Jota(18886)29 de junio de 2021 - 02:27 p. m.
Agradezco su columna, llena de sencillez, sabiduría y grandeza de espiritu. Dios la conserve y nuevamente mil gracias.
gloria(68162)29 de junio de 2021 - 02:41 p. m.
Necesitamos voces que nos recuerden siempre, lo innecesaria y trágica que es la guerra, lo que deja y lo que queda de ella, todos somos culpables de alguna manera, permitimos, volteamos la cara hacia otro lado, cuando los dirigentes tomaban decisiones de las hoy nos quejamos, es tiempo de cogernos de la mano y remar hacia un mismo lado.
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