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Lev Tahor, la secta móvil que llegó a Yarumal

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Gloria Arias Nieto
02 de diciembre de 2025 - 05:05 a. m.
"No puede ser que estos secuestradores sigan embarazando a niñas de 12 años para que la secta recupere su número de extremistas": Gloria Arias Nieto.
"No puede ser que estos secuestradores sigan embarazando a niñas de 12 años para que la secta recupere su número de extremistas": Gloria Arias Nieto.
Foto: EFE - Migración Colombia
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A orillas del río Nechí, a 2.353 metros de altura y en medio de un bosque húmedo que un día estuvo lleno de yarumos y hortensias, está Yarumal, un municipio productor de café y caña, de plátano, yuca y maíz; el escenario donde en 1820 se cumplió la Batalla de los Chorros Blancos, durante la campaña libertadora liderada por José María Córdova, y que evitó que el español Francisco de Paula Warleta reconquistara la región de Antioquia.

Volvamos al Yarumal del siglo XXI, un lugar que ha padecido los avatares de los desplazamientos forzados y en el que se extrae oro, mármol y caliza, y hace una semana vivió una historia que podría haber sido un pasaje de alguna novela de brujas y oscurantismo. Era el registro de una operación adelantada por Migración Colombia y el Gaula Militar Oriente, en la que se rescató a 17 menores de edad que estaban cautivos en un hotel de este municipio del norte antioqueño.

De estos 17 niños y niñas, cinco tenían Circular Amarilla de Interpol, la “alerta policial mundial sobre una persona desaparecida, publicada para localizar a víctimas de rapto por parte de uno de los progenitores, retenciones (secuestros) o desapariciones inexplicadas”.

Las familias (reales o ficticias) encontradas en el hotel pertenecen a la secta judía Lev Tahor, un grupo religioso extremo, ultraortodoxo creado en Israel hace 37 años y que desde entonces se ha movido entre Estados Unidos y los Balcanes, Turquía y Canadá, Rumania y Guatemala, México y Moldavia, y como aquí todo nos llega, les dio por aterrizar en Yarumal, Colombia.

Niños de tres años íntegramente cubiertos por túnicas y hábitos negros, obligados a cederle su infancia a los ritos de quienes han sido llamados por algunos “los talibanes judíos”; niñas y adolescentes obligadas a formar parejas y contraer matrimonios ilegales e involuntarios; presiones emocionales, privación de la libertad, exigencias macabras hechas por esta secta que, ¡oh ironía!, traduce “Corazón puro”.

Tanto el rabino Shlomo Helbrans —creador de la secta— como su hijo Nachman han sido condenados y arrestados en Estados Unidos y en México por secuestro de menores. Helbrans murió ahogado hace ocho años y algunos testigos afirman que su hijo (condenado por la corte del distrito sur de Nueva York a 12 años de prisión y cinco más en libertad supervisada) es aún más radical e inflexible que su padre.

El año pasado se encontraron en Guatemala 160 menores víctimas de esta secta religiosa dedicada a la explotación infantil. Se presume que, así como en su momento llegaron a ese país huyendo de la justicia de Canadá y de Estados Unidos, las siete pseudo-familias que venían de Nueva York aterrizaron hace un mes en Colombia, con la intención de hacer de Yarumal otra colonia de la infamia.

Los menores de edad rescatados en Antioquia han recibido el soporte del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, defensores de familia y el Centro Facilitador de Servicios Migratorios de Medellín. Lo que desde mi óptica no jurídica pero sí racional no logro entender, es por qué se afirma que los adultos que tenían en poder a estos niños no podrán ser detenidos ni judicializados por “no haber cometido delitos en Colombia” y solamente serán expulsados del país. Es decir, que sigan por el mundo ejerciendo sus mismas acciones de fanatismo delincuencial, pero en distintas coordenadas y en diferentes idiomas.

Ojalá los juristas que puedan intervenir hagan algo al respecto. No puede ser que estos secuestradores sigan embarazando a niñas de 12 años para que la secta recupere su número de extremistas y que ésta siga siendo una infamia en movimiento perpetuo.

Gloria.arias2404@gmail.com

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