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A diferencia de lo que podría inferirse de los mensajes del presidente Petro en la plataforma X, la convención bancaria se desarrolló con un alto tono democrático e institucional. Asistieron representantes del Gobierno, del poder legislativo, las cortes y los organismos de control; participaron precandidatos presidenciales en un ambiente de amplia pluralidad política, y en los mensajes principales de los banqueros quedaron con claridad los desafíos de una mayor inclusión crediticia y una mejor articulación público-privada para lograr una mayor equidad. Los aplausos más sonoros fueron para los llamados a la institucionalidad y la recuperación de la confianza, no para las propuestas ridículas, radicales y populistas de unos pocos, que muy lejos estuvieron de ser la síntesis de la convención.
También en lo positivo, funcionarios del Gobierno validaron los avances del Pacto por el Crédito, uno de los pocos acuerdos con el sector privado para fomentar la reactivación económica. Jonathan Malagón, presidente de Asobancaria, explicó que a hoy, recorrido medio camino del Pacto, el sistema financiero ha desembolsado ya dos terceras partes de la meta de créditos adicionales, es decir 37 de 55 billones de pesos. Mejor esto ciertamente que las “inversiones forzosas”, que critiqué en su momento.
En todo caso, el malestar del sector privado con el Gobierno es evidente, consecuencia, entre otros aspectos, del estilo confrontacional y provocador que caracteriza actualmente al Gobierno.
El tema macroeconómico principal de la convención fue la crisis fiscal. Como dije el viernes: “Grave que en un momento en el que se espera una hoja de ruta para las finanzas públicas, clara y creíble, el Gobierno vaya en contravía relajando sus restricciones para permitir un mayor déficit fiscal”. Esto ante el anunciado uso de la cláusula de escape de la regla fiscal sin justificación válida. Que el ministro de Hacienda tenga razón acerca de la pésima herencia fiscal que dejó el gobierno Duque no le quita la tarea de gobernar y avanzar en la solución con un ajuste. Y de sus palabras en la convención quedaron mensajes que confirman las preocupaciones: aumentarán el déficit empeorando el mal cierre del 2024 (6,8 % del PIB); aumentarán el endeudamiento, hoy superior al 60 % del PIB, y le dejarán el gran problema a los próximos dos gobiernos —el ministro habló de una década—.
Las consecuencias, aunque en parte anticipadas, se acentuarán: mayor costo de financiamiento, mayor servicio a la deuda y mayor inflexibilidad del presupuesto. De hecho el viernes pasado el precio de la deuda colombiana volvió a caer, con el respectivo aumento de las tasas de interés que paga Colombia. Esto implica que la Nación tendrá menos recursos en el futuro para financiar inversiones productivas y programas sociales. El Banco de la República tendrá menor margen para reducir su tasa de interés de política, lo que posterga la capacidad de incrementar la cartera de vivienda y facilitar el cierre financiero de grandes proyectos de infraestructura. El Gobierno está optando por una estrategia miope en la que se obstaculiza el crecimiento económico en lugar de impulsarlo.
Toda mi solidaridad con la familia del senador Miguel Uribe. Reitero además el rechazo a este atentado a la democracia de Colombia. Profunda consternación por nuestro país.
* Exviceministro técnico de Hacienda y Crédito Público. Profesor titular de Economía de la Universidad Javeriana. @G_HernandezJi
