Desde los primeros remezones ministeriales, el Gobierno ignoró que su llegada a la presidencia fue en segunda vuelta y con 50,44 %, de manera que la gobernabilidad dependía de su capacidad de dialogar y llegar a acuerdos, en lugar de imponer agendas.
Sin desconocer errores de algunos representantes de la oposición, el Gobierno es el máximo responsable de la ruptura del diálogo constructivo con los gremios y diferentes actores políticos. Optó por una constante y desgastante confrontación.
La más reciente demostración es la amenaza de una nueva declaratoria de emergencia económica si el Congreso de la República no aprueba la reforma...
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