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La situación de las finanzas públicas está en estado crítico. El déficit fiscal superará el 7 % del PIB en 2025 y la deuda pública estará por encima de 63 % del PIB en 2026 y 2027 (Marco Fiscal de Mediano Plazo). El endeudamiento es históricamente alto, incluso mayor que en pandemia, y su servicio (pago de intereses) representará más del 5 % del PIB. Estas cifras tienen un agravante: se ha perdido la credibilidad. En 2024, por ejemplo, el déficit fue 6,7 % del PIB, cuando inicialmente se dijo que estaría cerca de 5 %.
Es importante tener claro que una mala política fiscal termina siendo una mala política social para atender las necesidades de los más pobres. Al pagar una deuda más costosa, como consecuencia de las mayores necesidades de financiamiento y de la pérdida de credibilidad, una mayor parte del Presupuesto se destina al pago de intereses en lugar de financiar proyectos de inversión. Asimismo, al elevar demasiado el déficit fiscal se obstaculiza la reducción de tasas de interés, frenando la inversión.
Para defender la política fiscal actual —que va “en contravía”—, el presidente Petro ha intensificado el uso del espejo retrovisor, en combinación reciente con ataques al manejo del Ministerio de Hacienda en los primeros nueve meses, tiempo en el que el exministro Ocampo lideró la cartera y cuando fui su viceministro técnico.
Vamos por partes. Tiene razón el presidente acerca de la mala herencia fiscal que recibió en 2022. El déficit fiscal y la deuda pública fueron 5,3 % y 57,6 % del PIB, respectivamente. Además, el saldo del Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles (FEPC) alcanzó los 37 billones de pesos. Como he dicho en otras oportunidades, esto era equivalente a tres de cada cuatro pesos del Presupuesto General de la Nación en Educación.
Sin embargo, cuando culpa ahora a esa herencia y los pagos del FEPC de la situación actual, hay que preguntar, en primer lugar: ¿en serio espejo retrovisor en el último año de gobierno? Segundo, bueno recordar que en 2023 las cuentas fiscales se estaban ajustando: el déficit fiscal se redujo a 4,2 % del PIB y la deuda disminuyó en línea con la regla fiscal. Tercero, ¿se desconoce el papel fundamental del Ministerio de Hacienda en la Reforma Tributaria, el Plan Nacional de Desarrollo, la Reforma Pensional y precisamente el desmonte del subsidio a la gasolina iniciado en septiembre de 2022? De hecho, gracias a la eliminación de ese subsidio, el saldo del FEPC se redujo en 2024 a menos de ocho billones de pesos. Pudo ser menos si se hubieran terminado los subsidios al ACPM, como estaba previsto para julio de 2023, pero que luego no ocurrió así. Cuarto, como deuda del Gobierno los compromisos del FEPC no solo se honraron en los primeros nueve meses de Gobierno, sino en adelante también, incluso hasta 2025. De secretismo, nada. Los pagos, además, son necesarios para la estabilidad financiera de Ecopetrol sin afectar los dividendos que recibe la Nación como dueña de casi el 90 % de la empresa.
Si bien es cierto que recibió una mala herencia fiscal en 2022, el mayor problema es que el gobierno Petro entregará una peor en 2026.
* Exviceministro técnico de Hacienda y Crédito Público. Profesor titular de Economía de la Universidad Javeriana.
