Recuerdo que hace ocho años, en medio de las elecciones para la Alcaldía de Bogotá, la Carrera de Economía de la Universidad Javeriana organizó un debate con los candidatos.
Casi todos asistieron. Enrique Peñalosa no. Estaba de moda la estrategia, bastante presidencial, de no ir a los debates cuando las encuestas favorecían. Muchos quedamos con ganas de preguntarle: ¿Cuál es el presupuesto económico de su programa? ¿Cómo se verán reflejadas sus prioridades en el presupuesto?
Los políticos regularmente evaden estas preguntas. Es un malestar global. Les es más rentable concentrar sus esfuerzos en una propaganda que ofrece sueños a una que muestra que priorizar cuesta. Pocos dicen, por ejemplo, que para financiar una mejor educación puede ser necesario cobrar más impuestos o reducir el gasto militar. Es más conveniente un discurso en contra de una corrupción sin nombre, o uno a favor de un gasto más eficiente, sin dar detalles. Así se puede cumplir con todo a la vez y no hay conflicto. Los votos vienen de muchas partes.
Hoy las encuestas muestran de nuevo a Peñalosa como favorito. Y una de las ventajas (o desventajas) de ser puntero es que aumenta la curiosidad por su programa de gobierno. Algunas frases en las primeras páginas de su Visión Ciudad 2020 nos hacen soñar: “transporte sostenible y amable”, “la primera infancia será prioritaria”, “Bogotá será una ciudad de oportunidades”, y “Bogotá tendrá viviendas con los más altos estándares de calidad”. Desde luego, sin datos concretos, el sueño se vuelve letargo. Busqué entonces fuentes de financiamiento, gastos estimados del plan, y la estructura de gastos de su programa en comparación con la distribución de gastos del gobierno distrital actual. Nada de eso. Por sugerencia de un amigo y colega, pasé un buscador de palabras por el programa de gobierno y encontré: presupuesto (1 vez), sin que tenga que ver con el presupuesto de sus propuestas, presupuestal (0 veces), ingresos (2 veces), pero no se refieren a los ingresos del Distrito, y gastos (0 veces). Al final, tenemos un volante de campaña de 60 páginas, no un programa de administración de gobierno que reconoce las disyuntivas económicas de las políticas públicas.
Algo más. Irresistible el siguiente párrafo del programa de Peñalosa para aquellos a los que les gusta la macroeconomía: “Daremos especial atención a los productores de bienes transables que compiten con las importaciones legales o ilegales, ahora subsidiadas por una tasa de cambio sobrevaluada” (página 51). Al parecer no se enteraron de la devaluación que ya va en más de 50% anual (33% al 31 de mayo de 2015).
No quiero parecer pesimista. Es bueno que los programas de gobierno de todos los candidatos estén en la página web de la Registraduría Nacional del Estado Civil y que puedan ser examinados. Además, el candidato Peñalosa, por ahora, sí va a los debates.
El autor es el director del Departamento de Economía de la Universidad Javeriana.