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Política fiscal miope

Gonzalo Hernández

26 de abril de 2021 - 10:00 p. m.

Preocupa que estemos hablando de la tercera propuesta de reforma tributaria en un periodo presidencial de cuatro años, perpetuando la práctica de seguir emparchando el neumático en lugar de cambiarlo.

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Es verdad que el manejo de la crisis ha demandado recursos fiscales adicionales, pero que sea claro también que las necesidades fiscales no surgieron con la pandemia. Son resultado de frágiles consensos de largo plazo para modernizar el recaudo tributario, castigar la evasión y la elusión, mejorar la eficiencia del gasto público y aumentar la progresividad fiscal. La visión fiscal del país, desde hace tiempo, está enferma de miopía (respondiendo obviamente a intereses económicos y políticos de algunos grupos de interés).

Detrás de la inestabilidad tributaria de Colombia, con tantas y cada vez menos sorpresivas reformas tributarias, está una configuración política que facilita la evasión de responsabilidades a nivel de partidos y movimientos políticos. Cuando las cosas no van bien, los partidos buscan distanciarse sin mayor costo de sus propios gobiernos (o se dan los cambios de partido). Algunos políticos buscan mimetizarse para insistir en el ciclo de promesas, incumplimiento y volver a prometer. Es más fácil que esta evasión de responsabilidades ocurra con la desinformación del electorado y los liderazgos políticos personalistas. En medio de una crisis de liderazgo presidencial, hasta el Presidente de la República puede terminar convertido en fusible de su propio partido.

La semana pasada, por ejemplo, junto con las discusiones sobre el articulado de la reforma tributaria, los medios de comunicación recogieron puntos interesantes del escenario político en esa dirección: preocupación de algunos congresistas porque sus votos sobre la reforma fueran públicos; el partido de gobierno criticando a su gobierno, y el Presidente, en respuesta a preguntas sobre esas críticas: “valorando mucho” que su partido siempre esté proponiendo.

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Con estos enredos políticos, y las elecciones de 2022 cada vez más cerca, se da espacio para negociaciones poco claras en el trámite legislativo, que minan la confianza de la ciudadanía y su interés por la política, dejándonos en un círculo vicioso en el que la debilidad en la participación democrática se intensifica. Se hace difícil avanzar en el control político ciudadano, en que haya consecuencias electorales de las posiciones políticas de los partidos y en tener políticas con visión de largo plazo para el país.

La visión política de corto plazo conlleva además una política fiscal procíclica inconveniente: el gasto público aumenta cuando la economía va bien, en lugar de generar ahorro en los momentos buenos para poder incrementar con mayor margen el gasto público en los momentos difíciles. Eso claramente lo está pagando el país hoy. Y muchas veces son los mismos que hicieron poco en los momentos de vacas gordas los que defienden los ajustes fiscales inconvenientes en tiempos de vacas flacas.

* Ph.D. en Economía, University of Massachusetts-Amherst. Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/)

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