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Predicándoles a los convertidos

Gonzalo Hernández

21 de junio de 2022 - 01:00 a. m.

El triunfo de Gustavo Petro en la segunda vuelta fue claro sin ser arrollador —afortunadamente—. La ventaja de 3 % fue suficiente para eliminar dudas que habrían germinado en la tierra fértil de los rumores de fraude, y fue insuficiente para que el presidente electo cuente con un consenso nacional con características de cheque en blanco.

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Tendrá que trabajar para crear consensos y el proceso ayudará a balancear sus propuestas de campaña y a atenuar vicios de liderazgo. De allí emergen los primeros contrapesos sanos para la democracia.

Ante los escenarios de alto riesgo que el proceso electoral pudo haber atravesado el domingo, lo ocurrido en la jornada fueron buenas noticias. Son de celebrar todas las declaraciones en las que se aceptaron los resultados. Para destacar, por ejemplo, las de Rodolfo Hernández, aceptando la derrota; del presidente Duque, felicitando al ganador y ofreciendo “una transición armónica, institucional y transparente”, y de Sergio Fajardo: “Felicitaciones a Gustavo Petro. Le deseo lo acompañe la sabiduría para tranquilizar y cuidar este país adolorido”. Esperar que se gobierne bien por el bien del país, a pesar de cualquier confrontación política, es una manifestación democrática de altura.

El desafío de unir es prioritario. Aunque no será responsabilidad exclusiva del gobierno electo, su liderazgo será crucial. Ya está a prueba. Junto con el respaldo de más de 11 millones de colombianos, recibió el llamado de convencer al país con su respeto a la institucionalidad y con la ejecución de políticas viables. Si esto no pasa, dada la fuerte división, la gobernabilidad —que apenas está en construcción— se deterioraría rápidamente.

Al respecto, Petro hizo una referencia valiosa en su discurso: el respeto que tendrá su gobierno por la oposición política, por férrea que sea. Sin embargo, pudo ir más lejos, debió enfatizar aspectos concretos —no solo retóricos— del diálogo nacional que propone para trabajar con aquellos que se le oponen. No está más en campaña. No es solo cuestión de celebrar la victoria y de recordar justos elementos reivindicativos. De aquí en adelante tendrá que hacer un reconocimiento permanente de que el pueblo es mucho más que la parte del pueblo que votó (votamos) por el Pacto Histórico como opción de segunda vuelta. No es “la primera victoria popular”, como dijo en Twitter. Las anteriores fueron resultado también de un mandato popular, gusten o no. División para reinar sería nefasto.

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Un verdadero pacto histórico no se hace ahora con los miembros del Pacto Histórico sino con quienes representan a los opositores y a quienes tenemos serias inquietudes por la viabilidad de las propuestas. Ese acuerdo es el más importante para movilizar la agenda de paz, las políticas de empleo, la política ambiental y el desarrollo regional, respetando el marco de estabilidad democrática. Mejor empezar desde ya. No se trata, como dice la expresión idiomática en inglés, de “predicarle al coro”. No se trata ahora de predicarles a los ya convertidos.

Enhorabuena y que Colombia logre transitar por un mejor rumbo, con mayor bienestar general, paz, inclusión social y respeto por la diversidad. Mucho hay por sanar en el tejido social del país.

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