Las cifras económicas confirman una recuperación de la economía que hay que calificar, de todos modos, como frágil e inestable: entre varias razones, el gasto público crece mucho más que la inversión (formación bruta de capital fijo).
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De hecho, los altísimos niveles de déficit fiscal y deuda pública, asociados con el creciente gasto público, configuran ya una crisis que será el desafío inmediato de la política macroeconómica del próximo gobierno. Inevitable será el ajuste fiscal al que el gobierno Petro decidió renunciar desde 2024.
Por las expansiones de los gastos de consumo público, y también privado, se evidencia una mayor insuficiencia de ahorro nacional para financiar la inversión. El faltante es cubierto con financiamiento externo (ahorro externo), que no podrá crecer indefinidamente; otra de las razones de la fragilidad e inestabilidad de la recuperación.
De acuerdo con el Informe de Política Monetaria (Banco de la República), la demanda interna completa un año creciendo por encima de la producción nacional. Esto es consistente con que las importaciones hayan crecido cerca de 10 % en el segundo trimestre de 2025 mientras las exportaciones totales cayeron (-1,6 %), a pesar del buen desempeño de varias exportaciones no tradicionales.
La apreciación del peso colombiano, fundamentalmente originada en la depreciación internacional del dólar, está haciendo más baratas las importaciones, permitiendo cubrir los aumentos de la demanda interna que están por encima de la producción nacional. A pesar de las remesas y los ingresos por turismo, el aumento de las importaciones sobre las exportaciones lleva al banco central a proyectar un deterioro del déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos: 2,5 % del PIB en 2025 vs. 1,7 % en 2024 —en todo caso menor que el déficit de 6 % del PIB de 2022—.
En medio del panorama de fragilidad en la recuperación de la economía, el resultado positivo más importante por señalar es la reducción de la tasa de desempleo. En septiembre fue 8,2 %, un punto porcentual menor que en 2023 y 2024. La información del Dane muestra, además, que el desempleo es hoy inferior al de prepandemia.
Curiosamente, la industria manufacturera, que en el segundo trimestre de 2025 creció por debajo de 1 %, aportó cerca de la tercera parte de los empleos en septiembre (244 mil). Las cifras del PIB del tercer trimestre —pronto serán publicadas— nos dirán más sobre las dinámicas sectoriales. El Banco de la República proyecta que la economía colombiana tendrá un crecimiento de 2,6 % en 2025, mayor que en 2024 (1,7 %) y 2023 (0,6 %).
Un aspecto negativo adicional de fragilidad e inestabilidad es que el 2025 fue un año perdido en la tarea de disminuir la inflación. Cerrará cerca de 5,2 %, tal como terminó en 2024. La convergencia a la meta de 3 % se ralentizó; podría tomar al menos otro año y medio, y hay riesgos evidentes: aumentos exagerados en el salario mínimo, reajustes de la tasa de cambio (depreciación) y choques en los precios internacionales de los alimentos.
Esta es la coyuntura. Fundamental será poner en marcha un desarrollo productivo que logre reducir la pobreza y las desigualdades de manera sostenida, con mayor empleo formal y con menor exposición a las fragilidades del actual tipo de crecimiento económico del país.
* Ex viceministro técnico de Hacienda y Crédito Público. Profesor titular de Economía de la Universidad Javeriana.