Las tasas de desempleo a partir de agosto de 2018 –luego de la posesión del presidente Duque– han sido más altas que en los mismos meses del año anterior. En marzo de 2019, por ejemplo, la tasa de desempleo (10,8%) fue 1,4% mayor que en marzo de 2018.
Presentadas así las cifras, habría nuevas razones para cuestionar la gestión del gobierno actual. Sin embargo, responsabilizar solo a este gobierno sería tan injusto como adjudicarle créditos a la economía naranja en una eventual reducción del desempleo. El problema del desempleo es estructural. La más reciente tasa de desempleo (10,8%) no es muy distinta a la del promedio de los últimos 18 años (11,4%) –desde que hay cifras para la metodología actual que usa el Dane–.
2,7 millones de colombianos están desempleados y el país no reacciona –más allá de una reacción tipo chispa, que se prende cuando sale la noticia de los datos del mercado laboral del Dane y que se apaga con la aparición de la novedad del día siguiente–.
Se subestima la tragedia que viven miles de hogares con el desempleo y no se resaltan los efectos agregados de esas tragedias familiares sobre toda la sociedad: pobreza, inseguridad, debilidad en el financiamiento de los bienes públicos, bajas inversiones públicas y privadas en educación, problemas de salud, consecuencias en la estructura del sistema pensional y obstáculos serios para la cohesión social y la participación democrática. El desempleo no es solo un problema de los desempleados.
En realidad, el desempleo es un problema de Estado. Y, en ese sentido, son llamativas algunas declaraciones de actores claves de la política económica del Estado. Este es uno de los comentarios del gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, en relación con las cifras recientes de desempleo: “Colombia lleva con un desempleo por encima del 10% casi 15 años y eso hay que entenderlo y hay que afrontarlo. Algo estamos haciendo mal en el país que tiene que ver con políticas que estamos diseñando y que crean desempleo”. Al decir que “algo estamos haciendo mal”, ¿tenemos una confesión genuina o una confesión retórica de un responsable de la política macroeconómica?
Tiene razón el gerente del banco central en que algo se está haciendo mal. No obstante, para entender mejor el tipo de confesión, habría sido afortunado si el gerente hubiera recordado públicamente que, de acuerdo con la Constitución y la Corte Constitucional, las funciones de la junta directiva del Banco de la República “deben ejercerse en coordinación con la política económica general” y que “si bien la finalidad primaria de la actividad del banco es la estabilidad de precios, sin embargo, esta institución no puede ser indiferente a otros objetivos de política económica de raigambre constitucional, como pueden ser la búsqueda del pleno empleo o la distribución equitativa de los beneficios del desarrollo”.
Con esto, el gerente habría luego podido explicar cómo el Banco de la República ha atendido esa responsabilidad constitucional a la luz de los resultados de desempleo de los 15 años que él menciona. Y, sin duda, habríamos sabido más sobre la naturaleza de su confesión.
* Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/).