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Entre 1954 y 1956 se llevó a cabo en Colombia el trabajo de la Misión de Economía y Humanismo, dirigida por el sacerdote francés Louis-Joseph Lebret. El propósito era conocer un diagnóstico del país en términos económicos y sociales, pues problemas acuciantes como la pobreza en muchos sectores de la población no lograban solucionarse después de 140 años de vida republicana.
El informe final se publicó en 1958 y la misión, por primera vez en Colombia, habría utilizado técnicas como los trabajos de campo y las encuestas, haciendo énfasis, acaso por primera vez también, en lo social. Muchos analistas e historiadores han señalado el trabajo de la misión como un antecedente de estudios muy importantes que se harían después y de desarrollos posteriores como la fundación, en 1960, de la primera facultad de sociología de Latinoamérica, en la Universidad Nacional, por parte de intelectuales como el padre Camilo Torres y Orlando Fals Borda.
Miren ustedes lo que escribió el padre Lebret por esos años, que nos retrata dolorosamente como sociedad:
“A la élite colombiana: Si la avidez de poseer se limita en el pueblo a la adquisición de un estricto mínimo vital, la pasión por poseer siempre más aparece sin límite en un número muy grande de privilegiados, preocupados por conservar y aumentar los privilegios adquiridos y no por merecer ventajas reales mediante el espíritu de servicio. Para ellos Colombia parece reducirse a las capas superiores de la población: el problema colombiano es el problema del mantenimiento y el mejoramiento de su situación, y no el de la elevación lo más rápida posible de todo el pueblo.
“En estas condiciones no están en capacidad de sobrepasar el horizonte de sus preocupaciones personales. El Estado está hecho para servirles, los bancos públicos para ayudarlos a ganar más aún, el desarrollo para extender sus posesiones, la ley y los partidos para garantizar su supremacía. Dejan así que se ahonde la brecha entre las capas sociales, que puede convertirse, de un día para otro, en un abismo de clases. Deberían, por el contrario, superarse, estudiando las necesidades jerarquizadas de la Nación, preconizando de manera desinteresada soluciones favorables a todos, y empleando sus diversas superioridades y capacidades en la creación de una civilización colombiana original que integraría los valores tan densos de las diferentes razas y tradiciones que la forman”.
La cita la tomé de un artículo de Julián Alberto Gómez Delgado, publicado en 2015, que encontré buscando otras cosas en un repositorio de la Universidad Javeriana. Lo de “la creación de una civilización colombiana original” es en verdad estremecedor. Era lo que teníamos que hacer y no hicimos. Y fue dicho por un cura francés hace 70 años. Qué tristeza.
Si usted quiere saber por qué Colombia es como es -injusta y deshumanizada-, no tiene sino que mirar las élites que ha tenido. Ahí está la respuesta. No hay que buscar más.
