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¿Esta es la fórmula a la que hemos llegado como sociedad, para solucionar los problemas actuales?
No puede ser.
Una de las cosas valiosas de la fe religiosa -que a lo largo de la historia ha producido también cosas terribles-, es que congrega, une en el fervor a las familias y a las comunidades. Eso está bien. La fraternidad que proporcionan los ritos y lo ceremonial, que está muy bien. ¿Cómo negar eso?
Pero no hay que ser supersticiosos. Eso, por sí mismo, no soluciona la injusticia, la desigualdad, la inclemencia, la indolencia y la deshumanización que están en la raíz de nuestro comportamiento como colombianos y que han producido la sociedad violenta y desesperanzada que somos a veces.
Las personas que rezan no son necesariamente mejores que las que no rezan. No son necesariamente mejores seres humanos. De hecho, ha habido y hay quienes rezan y posan de virtuosos y bondadosos, y son unas verdaderas víboras. Y los ha habido que además se exhiben y simulan, y reclaman para sí una especie de superioridad moral.
Por lo demás, se pregunta uno, quienes hoy rezan por la recuperación de Miguel Uribe con verdadera fe, ¿han tenido un lugar en sus corazones para los miles de colombianos que han sido asesinados en los últimos años? ¿O esas muertes no despiertan tanto fervor? ¿Esas cadenas de oración no tienen tanto prestigio porque no salen por la televisión?
Hay algo un poco postizo en todo este arrebato espiritual, así lo parece. Ojalá Miguel Uribe se sane y se restablezca, pero más que en manos de Dios, a mi entender, su salud está en manos de los médicos. Al lado de la fe verdadera de unos, hay algo de supersticioso en muchos otros. Eso creo.
Y algo pasa también con la tontería en que están tantos medios de comunicación y tantos comentaristas, con lo de “moderar el lenguaje” como otra fórmula mágica contra los males que padecemos. Eso no es enteramente verdad. Aquí a la gente no la asesinan por culpa de unos trinos pugnaces y enardecidos. Aquí matan y asesinan porque Colombia está y ha estado asfixiada durante por lo menos los últimos 60 años, por una poderosa criminalidad que nos carcomen como sociedad y que ha copado el Estado. Eso de “suavizar el lenguaje” es una explicación muy floja.
Para pugnacidades, esta perla de Laureano Gómez, dicha en 1940 en el Congreso: “Llegaremos al atentado personal y haremos invivible la República”. Para pugnacidades, Álvaro Uribe, que ha sido el político más dañino y vociferante de los últimos 40 años y ha sembrado puro odio en la sociedad colombiana. Uno se pregunta, ¿por qué Miguel Uribe, que era liberal, de familia liberal, se acogió al Centro Democrático? ¿Por qué habrá terminado bajo el ala de Álvaro Uribe? Es una pregunta.
En fin, rezar, morigerar el lenguaje, de allí pueden venir cosas buenas, sí…
Pero mejor buenos gobernantes y un proyecto de nación fundado en el humanitarismo, en la democracia verdadera, y en el imperativo del bienestar colectivo.
