El feminismo está fundado en un campo de trabajo y formación de conocimiento de una enorme complejidad. Yo soy un ignorante en esta materia, pero entiendo que el asunto del sometimiento de las mujeres a los hombres ha perfilado todos los comportamientos de las comunidades humanas, en todos los órdenes sociales, en todas las instituciones, en todas las doctrinas jurídicas, morales, económicas y religiosas.
Mejor dicho, no hay acto o institución humana que no tenga este rasgo. Es necesario, por tanto, volver a entender toda la historia de los seres humanos. Ese es el desmesurado trabajo y el corpus teórico que ha generado el feminismo en los últimos 150 años.
La prohibición del aborto, por ejemplo, me parece a mí la forma más desgraciada de sojuzgar a las mujeres, de someterlas, de mantenerlas prisioneras de los hombres. Como dicen algunas autoras feministas con toda la razón del mundo, un Estado que obliga a una mujer a soportar un embarazo y dar nacimiento a un hijo que no quiere tener es un Estado violador. Es equivalente a una violación de esa mujer por parte del Estado. Y en esta órbita están muchas leyes, mandatos religiosos y preceptos morales. Pero no se engañe nadie, detrás de todas las formas de prohibición del aborto está siempre la ambición de predominio de los hombres sobre las mujeres.
Yo creo que la discusión interminable de cuándo empieza la vida en el vientre de una mujer es un subterfugio. La respuesta a esto la ha dado el feminismo con una claridad admirable: hay vida cuando la mujer que ha quedado embarazada dice que la hay. Si ella dice que no hay vida, no hay vida. No va a haber vida, no va a haber hijo porque no va a haber madre. Sin importar las etapas de desarrollo del embrión que se ha alojado en su cuerpo. Digan lo que digan los hombres, los curas, los jueces, los médicos, los políticos, incluso, la pareja de esa mujer.
Otra idea de gran importancia, por lo menos a mi entender, es la de que el capitalismo, el sistema de reproducción y acumulación del capital, no es concebible sino como parte del proyecto histórico del patriarcado. Sin el sistema de jerarquías y sometimiento que ha representado el patriarcado a lo largo de los tiempos, sin su forma de manejar y gestionar el poder, el capitalismo no hubiera podido surgir.
La explotación de un hombre, de un oficinista, de un obrero, empieza en su casa, cuando la mujer le tiene el desayuno y la camisa listos y le garantiza el cuidado y la protección de los hijos. Ella contribuye a la conservación de la fuerza de trabajo de la que se beneficia el dueño del capital. Los dos, marido y mujer, generan la plusvalía de la que se apropia el patrón.
Pero, además, en la carrera del consumo a ultranza que promueve el capitalismo, se consiguen individuos consumistas, deshumanizados, egoístas. La competencia por el consumo no promueve vínculos, crea estratificaciones de la población y mercados, no comunidades unidas y solidarias.
El feminismo. Esto hay que mirarlo con cuidado.