Daba mucho dolor ver los embalses con los bordes amarillos y pelados. Llegamos a tener apenas un 28 % de su capacidad total de albergar agua. Es decir, más del 70% lo habíamos perdido por la sequía. Cuando están bien, los embalses de Colombia son probablemente de los sitios más bellos de la Tierra. El trópico frío, algo que no tiene casi nadie en este mundo. Ve uno el agua adormecida y dulce y se le llena el corazón de felicidad.
Ahora que empezó a llover, su nivel ha subido a 38 %, lo que no es mucho, pero el dato clave es que ya están generando cerca del 75% de la energía que utilizamos. Las térmicas han bajado a solo un 25 % de la generación total y, a pesar de sacar toda esa agua para producir energía diariamente, el nivel de los embalses ha subido.
Ya pasamos lo peor de la sequía.
Y aparentemente no lo hicimos mal. Lo del racionamiento está bien, lo hicimos casi al borde del precipicio, pero era necesario. El IDEAM estuvo bien en sus predicciones. Los agentes que operan el sector, privados y públicos, en general, hicieron lo que debían. Claudia López ha debido, en el último año de su alcaldía, empezar a racionar y ha debido sacar adelante la planta de Canoas, para limpiar aguas residuales, eso era de la mayor importancia. Le queda ese lunar a su gestión.
Hay que resolver también lo de las licencias ambientales, que se han vuelto una pesadilla, y llevar a término los proyectos enormes que hay de generación de “energías limpias”. Eso quedó claro en esta crisis. Susana Muhamad, la ministra de Ambiente, tiene que encontrarle la vuelta a la deforestación y pararla. Eso es angustioso, lo que hacen los criminales con nuestras selvas, bosques y páramos. Se están robando el agua del futuro, nada menos. Y hay que arreglar lo de las tarifas de la energía, especialmente en la costa Caribe, donde, según entiendo, la gente está pagando en sus recibos muchos años de corrupción e ineptitud de los operadores.
En fin, logramos pasar este fenómeno de El Niño y no salimos mal librados. Lo que pasa es que si la humanidad sigue subiendo la temperatura media del planeta y volviendo el océano Pacífico una sopa, las sequías cada vez serán más brutales. Tal vez la próxima sequía ya nos doblegue.
Y ahora entró el invierno. Dicen que va a llover prácticamente todo el año y solo estamos a mayo. Ya medio país está inundado. Los animalitos ahogándose y las sementeras anegadas. Miren lo que está pasando en La Mojana, por ejemplo.
Frente a esto no hay optimismo. Como se han robado la plata de la UNGRD, el Estado ha perdido capacidad de proteger y auxiliar a las comunidades. Se desprende la capa vegetal de una montaña o un río se sale de madre y la gente queda sola, incomunicada, desprotegida.
Entre tanto, aquí oímos todas las noches en la televisión las declaraciones de los funcionarios públicos venales. Mientras la gente sufre, con el agua entre sus casas. Y con el hambre amenazando.