¿Dónde están Lesly, Soleiny, Tien y Cristin?
No puede ser que 300 personas buscándolos no los hayan encontrado. Ya vamos para un mes. Soldados especializados en esas tareas, equipos de rescate, baquianos y conocedores de esas selvas, pertenecientes a comunidades indígenas vecinas, familiares de los niños, todos buscándolos y nada. Día y noche. ¡Y no aparecen!
Hoy jueves en la mañana, cuando escribo, no han aparecido.
A pesar de tantas adversidades como tiene Colombia, eso es en lo que más pienso. Es lo que más me importa. Todo me parece baladí al lado de eso, de la suerte y la vida de esos cuatro niños indígenas. Para mí, es como si hoy esos cuatro niños fueran un símbolo de toda Colombia. Y el destino, la suerte de Colombia. Necesitamos un poco de luz y de gotas de rocío en la cara. Estamos cansados, golpeados, necesitamos un poco de buena suerte.
Ya no quiero ver noticieros, ni enterarme de nada, ni saber nada de nada. Lo único que me parece verdaderamente vital en este momento, es que los niños estén bien y los encuentren. El general Pedro Sánchez, comandante de la operación de búsqueda, ha dicho que de repente han estado cerca de ellos, tal vez a cien metros. Pero que la selva es muy brava y muy enmarañada. Incluso a cien metros, es imposible hacer contacto.
Yo desecho, en la mente y en el corazón, todos los malos desenlaces posibles. Me da miedo pensar en ellos. Y siento como si Colombia no fuera a aguantar este golpe. Si los niños no están bien. Si no están sanitos. La desmoralización de todo el país sería terrible, como Omaira y la tragedia de Armero. Toda Colombia haciendo fuerza, días y días, y no pudieron salvarla. Qué tristeza tan inmensa. El desaliento se propagó por toda Colombia.
Yo creo que, en este punto, hay solo dos posibilidades. No creo que los niños sigan caminando por la selva. Ya hubieran sucumbido. Y los hubieran hallado. Hay solo dos posibilidades.
Los niños están en la casa de alguien. Guardados. Y por alguna razón los que los tienen no quieren decir. Lo he pensado bien. Tal vez no quieren que el ejército reclame el triunfo de haberlos encontrado. O les da miedo que el ICBF se los lleve. O tal vez alguien cercano se beneficie con que no aparezcan. No sé. La otra posibilidad es que los tenga la guerrilla. El tenebroso Iván Mordisco. Esos hombres, ya tan degradados y deshumanizados, son perfectamente capaces de tenerlos y no decir nada. Les pueden hacer daño, a escondidas, y ocultárselo para siempre a todo el país. El país que está en ascuas. Ellos hacen esas cosas. Qué angustia tan grande todo esto. Algo raro, inconcebible está pasando. No es solo la selva asfixiante, llena de lluvia y de alimañas y de sonidos. Hay algo que no estamos viendo, que no estamos midiendo.
O no. O estoy totalmente equivocado. Ojalá sea eso. Que sí siguen los chiquitos invencibles caminando por entre la selva. Y que ya los van a encontrar. Ojalá fuera eso.
Pero no creo. Las tripas me dicen que no. Que alguien los tiene.