Publicidad

El acuerdo de paz revisitado

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Gonzalo Mallarino Flórez
03 de julio de 2021 - 02:37 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Creo, firmemente, que la salida histórica de Colombia a su incesante violencia está fincada en el sistema de justicia transicional, la JEP, y en la Comisión de la Verdad.

Ambas son hijas del Acuerdo de Paz. Ese acuerdo fue posible gracias a que el presidente anterior y un conjunto de personas que lo acompañaban lograron lo que parecía inconcebible: que se estableciera, en ciertos términos jurídicos, la conexidad del tráfico de drogas con el delito de rebelión.

Sé que esto y el acuerdo mismo, son mirados con total desaprobación por un sector muy grande la sociedad colombiana. Lo sé. Y más que eso, sé que son vistos con desprecio, con rabia, con odio. Ahí está buena parte de la desesperanza que sentimos los colombianos en este instante, forzados a cruzar desierto tras desierto sin ningún alivio.

En plata blanca, hasta donde yo entiendo, lo que logró Santos fue despenalizar por unos meses la droga para poder desmovilizar a un grupo guerrillero. A trece mil hombres armados, concretamente. Eso hizo. El acto de un político de genio, de un tipo de profunda visión de la realidad de su país. Y del porvenir, del posible futuro que podríamos soñar. Ahora no se ve con claridad, pero en unos años todos nos agarraremos a la JEP y a la Comisión de la Verdad como a un madero en el naufragio angustioso que es la vida en Colombia algunas veces.

Me imagino que miles de colombianos apagan la luz de su mesita de noche y se duermen tranquilos, porque sienten que deben condenar instituciones como la JEP y la Comisión de la Verdad. Porque piensan que son un pecado monstruoso. Y sienten que ellos están del lado de la verdad, de la decencia, de la corrección moral. Bueno, pues están en su derecho, no faltaría más. Yo no creo tanto que estén equivocados, como que están asustados.

No lo sé. La opinión y el sentir de los demás son sagrados. Uno no es mejor que nadie, no tiene más derecho que nadie a hacerse su propia idea de las cosas. Pero, ya lo digo, creo que el único chance que tenemos los colombianos de pacificar este país está fundado en esas dos instituciones, en esas dos ideas de reconciliación. Es lo que yo siento íntimamente. Lo que vaya quedando en limpio en la sociedad, emanado de esas dos instancias de diálogo nuevo y promisorio, será forjado con mucho trabajo, será colectivo, y será justo hasta lo humanamente posible.

Mi opinión no es mejor que la de nadie, como ya dije, pero ese tipo Santos ha hecho algo de genio. Eso es, a mi entender, levantarse, alzarse en medio de los demás y mirar hacia el horizonte. Desprenderse de la mezquindad y vislumbrar el tiempo por venir.

El testimonio que dio por estos días Íngrid Betancourt me conmovió hasta el llanto. Y una vez más, el padre de Roux me dio esperanza y un sentido noble de la condición humana. Atrás, mientras Íngrid decía las palabras que tenía que decir y tendía hacia los otros los brazos, atrás, en una penumbra, estaba él. Con las manos en oración. Pidiendo a su Dios por todos. Por todos nosotros.

Gonzalo Mallarino Flórez

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas
Conoce más

 

Lalo(70277)03 de julio de 2021 - 11:33 p. m.
Cómo sería de bueno que el dolor de tantos colombianos que lo han arrastrado a lo largo de sus vidas, sin oportunidad de hacerlo visible en ninguna instancia, fuera igualmente valorado, sentido y expresado como lo ha sido el dolor de Íngrid. Si ella es una mártir qué diremos entonces de los colombianos anónimos que han arrastrado sufrimientos sin nombre generación tras generación.
Julio(87145)03 de julio de 2021 - 09:05 p. m.
Creo que Uribe y su horda de fanáticos, seguirá haciendo hasta lo imposible por hundir todo lo relacionado al Acuerdo de Paz, pues no le sirve para su mezquina vida de guerra. Al contrario de la visión de estadista de Santos, la del innombrable es la de un ruin.
Atenas(06773)03 de julio de 2021 - 05:08 p. m.
Muy flojita opinión pa un asunto de más profunda digestión. Es la típica idea de los capitalinos q' suelen ver los asuntos así, a la distancia. O al desgaire, casi al desgreño. Final/ fue violencia consuetudinaria q' desde allá la gestaron y en la provincia padecimos, mas como allá disponen de la agenda nacional los tiene sin cuidado q' las cosas terminen mal, como ese indigno acuerdo.
  • Gustavo(54504)04 de julio de 2021 - 12:11 a. m.
    "Apenas" que no lo ciegue la pasión. El mundo entero reconoce el Acuerdo de Paz. Lo apoyan y lo financian , que quiere decir esto? Y beneficia más a provincia que a las ciudades.
  • daniel(84992)03 de julio de 2021 - 11:46 p. m.
    Lalo: Apenitas tampoco aprueba esta columna ni al columnista. ¿ Raro, no?
  • Lalo(70277)03 de julio de 2021 - 11:27 p. m.
    ???
Judith(76151)03 de julio de 2021 - 05:05 p. m.
Conmovedor su artículo. Estoy de acuerdo con Ud. Creo como Ud. que están asustados quienes de oponen. Pero sobre todo, que no han superado el umbral de la madurez que nos permite pensar en el otro.
Juan(43597)03 de julio de 2021 - 04:13 p. m.
Se necesita sabiduría para asumir esa postura frente a los enemigos acérrimos del proceso de paz. Me ha dado una lección, muchas gracias!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.