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El presidente Petro está en su derecho de hacer los cambios que considere a su gabinete ministerial, en el momento en que lo considere, las veces que lo considere.
Si no está cómodo con alguno de sus ministros, es lógico que lo cambie. Si uno de sus ministros no cree en los actos, decisiones, proyectos o ejecutorias del gobierno que él preside, es lógico que lo cambie.
Siendo el gabinete de ministros la médula de su equipo de trabajo tiene que funcionar como sobre un riel: todos coordinaditos y con el mismo norte. En lo privado, de puertas para adentro, en las sesiones de trabajo, en el consejo de ministros, etc., todas las discusiones que quieran, todas las opiniones, incluso los desacuerdos. Pero hacia afuera, de cara al país entero, todos coordinaditos, todos siguiendo la ruta que el presidente traza.
El país está en vilo, jugándose la vida y la muerte a partir de lo que decida hacer el presidente. Todos dependemos de que él acierte. Todos, unos más, otros menos, nos vamos a perjudicar mucho, a lastimar mucho, si el presidente Petro falla, si su gobierno falla, si desacierta, si se equivoca históricamente. O todos vamos a tener, para nosotros y nosotras, para nuestros hijos y nietos, una parcela de futuro, un tiempo de porvenir, un territorio que podamos tocar y beber y respirar porque es de todos. Y es providente y colectivo y bueno.
Entonces, que esté perfectamente cómodo el presidente con su equipo de trabajo, que esté tranquilo, que se sienta plenamente acompañado y secundado, que tenga la certeza de que los hombres y mujeres de su equipo le son fieles y le cuidan la espalda. Y creen en lo que él ha concebido como camino y en lo que está haciendo. No puede ser de otra manera.
Antes que la carrera política de cada uno de los ministros, está la suerte del gobierno del presente, el que se ganó democráticamente el derecho de gobernar y desde sus convicciones pretende transformar a Colombia.
Esto no es un debate. Ese ya se dio en las elecciones. Los ministros, junto a su jefe, el presidente de la república, coordinaditos. Ya no es tiempo de dialécticas ni campeonatos de brillantez intelectual. Ni tampoco de atacar al presidente, de demonizar su talante o su manera de proceder en estas materias. ¡Es su equipo de gobierno! ¡Él verá cómo lo conforma!
Yo no sé si el presidente es autoritario o tiránico en estas cosas. No me interesa esa discusión. Lo que me importa es que su gobierno funcione. Que los angustiosos problemas de violencia y pobreza y corrupción se acaben. O se empiecen a acabar. Que haya un panorama claro para que eso suceda por fin en nuestra historia. Eso es lo que valoro, no si un ministro siente que lo han relevado injustamente. Aquí lo grave son las ruedas sueltas, no el carácter personal del presidente. Ya no hay tiempo para eso.
El presidente tiene el derecho a conformar su equipo de trabajo como le parezca. Punto. Eso sí, toda Colombia depende ahora de que ese equipo funcione. De otra forma, nos lleva el diablo.
