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Íngrid

Gonzalo Mallarino Flórez
04 de diciembre de 2021 - 05:00 a. m.

Bueno, pues qué bien que Íngrid Betancourt se haya metido a la campaña presidencial que se viene.

Cuando pienso en ella se me vienen a la mente las imágenes que hemos visto todos de cuando estuvo secuestrada. Son unos segundos, nada más, en los que aparece sentada en un butaco, en la selva. Está triste, adolorida, incluso vejada, pero no quebrantada del todo, no derrotada del todo. La cabeza un poco inclinada, el pelo largo, aún con brillo, tomado atrás, y el óvalo perfecto de la cara... Se diría, una madona del Renacimiento. Hay algo intensamente espiritual en ella. Y en esas circunstancias tan terribles...

Muchos años tuvieron que pasar para que ella pudiera apaciguar las heridas terribles de su dolor, de la angustia que sintió, de la desesperanza que debió de haber sentido. Y para que de todo eso saliera la fuerza para volver a defender con las manos y la voz y el corazón unos ideales políticos. Mejor dicho, eso no pasó de la noche a la mañana: eso tomó muchos años. Incluso de alejamiento de su país, de exilio.

Por eso le creo tanto. Como voz de la política actual. Porque sufrió en la espalda y en el estómago y en las pestañas el horror de nuestra violencia. Y ha vuelto serena, reparadora, casi amorosa en su visión de Colombia y el porvenir. No hay gritos, no hay altisonancia, no hay imprecaciones ni maldiciones.

La primera cosa inteligentísima que hizo fue no ser precandidata presidencial. Ella no busca la gloria personal en esto. No. Esa no es su ambición. Ella tiene entre la cabeza una idea de Colombia, una posibilidad de Colombia, una hipótesis de Colombia. Ella y mucha gente más. Y yo creo que es noble y bella esa hipótesis, ese sueño por el que luchar. Alrededor de la paz, de la justicia, de la decencia.

Y no siendo precandidata, pudo unir y completar a los que sí lo son, en ese sector del espectro político que hemos llamado “centro”. La medianía, el medio promisorio, libertario, honesto, en el sentido de que no encubre, no disfraza lo que está diciendo, no tiene sedes y hambres que hay que ocultar por vergonzosas. No.

Ni el rencor de la extrema izquierda, ni la mezquindad de la extrema derecha.

Esos son los infiernos de los que hay que escapar. Ella lo tiene claro. O por lo menos eso siento yo. De repente soy un nefelibata, un iluso, pero eso es lo que siento y hoy me aferro a eso con desesperación. De verdad. Otros cuatro años perdidos como estos, serían un pecado mortal. Otros cuatro años anodinos, indolentes, mentirosos, simulados. ¡Serían fatales!

Yo creo que, en últimas, estas elecciones van a ser lo que siempre han sido: una confrontación entre el pensamiento conservador y reaccionario y el pensamiento liberal y progresista. Sí no hay ruidos y vendavales artificiales, se podrá ver que, como ha sucedido casi siempre en Colombia, los liberales son más que los conservadores, entre los cuales están, bien lo sabemos, los “guardianes del progreso dentro del orden”, de las “buenas costumbres”, de la rezandera hipócrita.

La posibilidad de que esto se pruebe y se haga valer en las próximas elecciones, nada menos, es lo que ha conseguido Íngrid con su regreso a la política nacional.

Gonzalo Mallarino Flórez

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas

 

Gloria(67658)04 de diciembre de 2021 - 12:20 p. m.
No soy muy amiga de opinar sobre temas de política o de religión, pues son temas álgidos que siempre nos confrontan y nos exponen a insultos, a malos tratos, a palabras soeces fruto del odio y de la polarización tan tenaz en que está sumergido nuestro país. Sin embargo, después de leer esta columna, solo agradecimiento y admiración para el autor ya que en ella se refleja mi pensamiento. Gracias
  • Lalo(70277)04 de diciembre de 2021 - 07:35 p. m.
    Pobrecita. No quiero insultarla, pero qué tonta es usted. Justamente de ingenuos como usted se aprovechan oportunistas e hipócritas como Íngrid, que contra todo principio de moralidad, ha tratado de sacarle provecho público y político a su secuestro, secuestro inducido por ella misma. No debería confiar en alguien como Betancourt, pues no juega limpio. Obra según intereses personales, egoístas.
ERWIN(18151)04 de diciembre de 2021 - 11:44 a. m.
excelente articulo ..a Ingrid nuestro aprecio y respeto ..pero ella sabe que clase de seres son los de la politica ..anduvo entre ellos ..
  • ELIZABETH(23598)04 de diciembre de 2021 - 12:50 p. m.
    Comparto esta opinion.
Hugo(12843)04 de diciembre de 2021 - 11:31 a. m.
Gonzalo, bellas palabras que exhiben un corazón noble en medio de una pelea de perros y gatos. Estoy de acuerdo con su opinión y, de verdad, deseo que su optimismo prime sobre mi escepticismo. A Ingrid, un abrazo agradecido y solidario.
Felipe(97456)05 de diciembre de 2021 - 07:54 a. m.
Céntrate Mallarino... seamos serios y ud. Lo es! Entonces que no pese más sus miedos que su respeto por ud. Mismo y su aprecio por una colombia desbaratada y devastada por un establecimiento mafioso narcoparaco! Ud. Lo sabe, conque cara viene Agaviria a hablar 6 años con Uribe y 6 con Santos y Fajardo en serios problemas judiciales, Cristo y Robledo Centro? Por Dios Mallarino céntrese!
Felipe(97456)05 de diciembre de 2021 - 07:42 a. m.
Ningún “rencor de la extrema izquierda” sólo visitemos nstra. Historia por demás grave y olvidada! Remember la exclusión y la codicia de Y si eso es “ centro” donde hay gente que trabajó años para Uribe y Santos e hizo mutis por el foro y otro anda entre los palos de la justicia... otra vez el establecimiento deteniendo a Petro e Ingrid la teóloga, si sufrió mucho pero despues en paracaídas!
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