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Karen Estéfany

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Gonzalo Mallarino Flórez
17 de diciembre de 2025 - 05:02 a. m.
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Karen Estéfany, usted tenía apenas 21 años. Y la asesinaron. Usted tenía un niño pequeño, ¿se imagina el dolor y el desconcierto de ese chiquito? Allá, donde usted está, en su muerte, Karen Estéfany, ¿se imagina ese dolor, ahora mezclado con el suyo propio sabiendo que no podrá estar en esta vida con su hijo? Besarlo, llevarlo una mañana nueva al jardín, ver cómo se ríe mientras le crecen despacio los brazos y las pestañas.

Su mamá y su papá, ¿qué podrán decirle a su chiquito? ¿Cómo le explica uno eso a un niño de tres años? Si es que él estaba ahí, cuando le pegaron a usted seis tiros de gracia por la espalda. ¿Por qué, abuela, por qué le dispararon así a mi mamá? ¿Por qué la asesinaron, abuelo, si era mi mamá y solo me quería y me daba la mano y cantábamos?

Yo miro su fotografía, Karen Estéfany, veo su piel dulce y joven y sus ojos iluminados. Usted tiene el uniforme y se ha recogido el pelo. Su cara es pura luz y puro tiempo por venir, como le pasa a los 21 años a las mujeres en Colombia, que cantan y llenan las habitaciones de perfume. Yo quiero mirar otra vez su cara, Karen Estéfany, para que no se me olvide nunca.

Allá en la muerte donde usted está, Karen Estéfany, que debe de ser gris como un mar inerte que asfixia las algas y los peces, allá, donde este país de los mil demonios la ha puesto a usted brutalmente, usted solo tiene un pensamiento clavado en su corazón, uno solo, uno terrible y único y encendido como carbón que quema, y es su niño.

Colombia, que dizque es nuestra madre, la ha apartado brutalmente de él. Colombia ha dejado que a su casa, Karen Estéfany, que a su yerba y a su rebrillo del sol, se metiera el perro rabioso de la violencia. Y a usted nadie le dijo, nadie la ayudó ni la puso a salvo.

Así es Colombia, Karen Estéfany, brutal y mala y desapegada con las mujeres de 21 años que se ríen y llenan de perfume las estancias. Y tienen las manos delgaditas para acariciar a sus hijos. Y tienen los ojos luminosos para mirar a sus hijos. Colombia, Karen Estéfany, está llena de asesinos.

De los peores de todos, Karen Estéfany, es “Iván Mordisco”, el que ordenó que la asesinaran a usted. Es uno de los peores hombres, de los peores desgraciados de Colombia. ¿Y qué podía hacer usted, solita, con su chiquito abrazado a su cuello? ¿Qué podía hacer usted ante semejante asesino?

¡Nada! Por eso la asesinaron, Karen Estéfany, porque era una forma de la maldad que nos iba a matar a todos. Su muerte nos ha matado a todos. Nos ha llenado de fango las fosas nasales y las encías. Todos estamos humillados y derrotados.

Yo quiero oír la voz de su chiquito, Karen Estéfany. Yo quiero oír su voz de mujer de 21 años, que canta y aroma con su juventud el mundo. Mientras pasan estos días huidizos de diciembre y llega la Nochebuena terrible de su mamá, Karen Estéfany, de su papá, tratando de acercar el niño al pesebre.

Yo quiero repetir su nombre, Karen Estéfany, sentirlo regresar como la lluvia. Y llorar de dolor.

Gonzalo Mallarino Flórez

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas
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