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La peste del narcotráfico

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Gonzalo Mallarino Flórez
17 de julio de 2021 - 04:48 a. m.
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La peste del narcotráfico nos golpeó tan duro que nos partió el espinazo.

Quedamos dañados como nación. No podemos mover las manos para quitarnos el polvo y las lágrimas de los ojos. No podemos mover las piernas para recorrer el camino y llegar a un pecho y a unos brazos que nos estén esperando. Estamos lisiados. El narcotráfico nos dejó tirados en un camastro, muriéndonos de sed y de soledad.

Ningún país del mundo ha derramado el torrente de sangre que ha derramado Colombia. Para que los señoritos de todo el mundo se lleven a sus narices el polvillo de la cocaína, aquí tienen que morir miles y miles de personas. Niños, jóvenes, defensores de tierras, líderes de derechos humanos, mujeres que alzan asustadas a sus hijos, esposas que gritan quebradas de dolor, incluso san franciscos de asís que cuidan los ríos y los árboles y el aire. A todos los matan, los asesinan.

Pero los gobernantes y los altos dignatarios del Estado y los políticos que acechan como hienas, año tras año, lustro tras lustro, década tras década, se llenan la boca diciendo que Colombia no claudicará en su lucha contra el tráfico y el consumo de drogas. Porque son ilegales. Porque es la cruzada moral más importante en la historia de las buenas costumbres y la defensa del “imperio de la ley”. Los veo, con la boca llena, con la voz engolada, mintiendo y simulando.

¿Y qué nos ha dejado todo esto?

Nada. Nada. Nada. Muerte y llanto. Dolor y sangre. Cuando -como ya está pasando con la marihuana-, los gringos y los europeos decidan no perseguir más las drogas y hacerse a las rentas del negocio y darle al problema del consumo el enfoque que debe tener, el de un problema de salubridad pública, todo cambiará. Y ya no habrá cruzada moral y nosotros miraremos hacia atrás para ver a Colombia convertida en un naufragio.

Es cosa de que ellos decidan cómo y cuándo. De la misma manera que deciden combatir el azúcar, o el gluten, o las harinas procesadas, o las comidas demasiado ricas en grasa o en sal, o el alcohol y el tabaco. El que los quiera, pues que pague. Y que ya nadie más se rasgue las vestiduras. Ya usted sabe que eso es malo para la salud, pero si paga, puede producirlo, distribuirlo, consumirlo. Y lo de la moral y la defensa de las buenas costumbres, al cuerno.

El veneno del narcotráfico ensanchó y extendió la violencia colombiana. Sin eso, la lucha guerrillera habría languidecido hace treinta o cuarenta años. El crimen organizado no sería tan poderoso y devastador. El alma colombiana no tendría estas sombras y estas manchas. Y nuestra piel no tendría estas pústulas y estas llagas. La peste del narcotráfico nos hizo errar el camino, como en una maldición bíblica.

Esa es la historia de los últimos cincuenta años. Y después de que en el 2016 logramos desmovilizar a 13.000 combatientes armados, no hemos alcanzado ni un mendrugo de paz. El Estado no hizo cabalmente lo que prometió que iba a hacer y el narcotráfico se dio cuenta. Y se cebó y se expandió como nunca. Y desató más y más violencia.

Y hoy somos el país más degradado y violento del mundo. O casi.

Gonzalo Mallarino Flórez

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas
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Julio(87145)19 de julio de 2021 - 03:57 a. m.
Dolorosa realidad. Nada que agregar a tanto llanto.
Rodrigo(2908)18 de julio de 2021 - 04:46 a. m.
No solo los daños físicos. Que tal esa sub cultura traqueta en la que triunfan artistoides que ni al medio pelo alcanzan, como el tal Yesi no se qué y su "arrancherada" guasca. Y sale la gente a tomarse un trago y a escuchar esa basura y a calificarla de grandes exitos del "folclor" nacional... No jodaaaaa
luis(89686)17 de julio de 2021 - 10:57 p. m.
El narcotráfico es un engendro de los gringos donde nosotros llevamos las de perder. La principal consecuencia es la corrupción en todos los niveles. Lo malo de la situación es que solamente los gringos nos pueden liberar de esta desgracia tan desgraciada, legalizando el comercio de la cocacaína. El horizonte se ve muy oscuro.
Humberto(12832)17 de julio de 2021 - 07:45 p. m.
¿cómo que casi? le parece poca degradación que a un personaje le moleste que se diga que hubo 6.402 asesinatos perpetrados por los encargados de proteger a esos que asesinaron vilmente y diga que solo fueron poco más de 2.000. Se apoderó de la mente de esos asesinos y suplantó la legitimación de su actuar con el interés de responder al deseo del patrón de mostrar números de muertos. Ahí estamos
Fernando(70558)17 de julio de 2021 - 04:27 p. m.
el narcotráfico es la carta de garantía para que el uribismo siga en el poder. Sin narcotráfico el uribismo no tendría ni argumento para gobernar, ni fuente de financiación.
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