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La presentación personal

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Gonzalo Mallarino Flórez
17 de septiembre de 2025 - 05:05 a. m.
El presidente Gustavo Petro, durante la alocución de este martes, 2 de septiembre.
El presidente Gustavo Petro, durante la alocución de este martes, 2 de septiembre.
Foto: Juan Diego Cano
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¿Por qué con frecuencia el presidente Petro se viste mal?

En sus alocuciones, que ya son francamente chocantes y dictatoriales y arbitrarias, metiéndosele a uno a la brava a la casa, al cuarto, a la vida personal, al descanso y la intimidad de esas horas de la noche, ¿por qué, por lo menos, no se viste con formalidad y decoro? Después de todo, es el presidente de la República.

Es que no está veraneando ni de paseo, se está dirigiendo a la nación colombiana desde el Palacio de Gobierno. Tiene que observar, por respeto a todos nosotros, una mínima formalidad, incluso, una mínima solemnidad. ¿Qué le cuesta ponerse un vestido de paño, con su corbata correspondiente? O, hasta sin corbata, pero un traje formal que revele cierta compostura y respeto por la dignidad con la que lo hemos investido, o un pantalón de paño y una chaqueta bien escogida y en buen estado, con una camisa bien planchada.

Me doy cuenta de que este asunto puede ser visto por muchas personas como algo baladí, en medio de los enormes problemas que tiene el país. Incluso, como una forma de irrespeto hacia el presidente, pero no sé…

Hasta Duque, que casi nos seca con el gori gori de la pandemia, todos los días se vestía con formalidad para salir por la televisión a decirnos pendejadas. Esto de Petro es como si él mismo no le reconociera ninguna majestad, ningún lustre, al hecho de ser el presidente y entonces se viste con descuido, con desaliño, y da una mala impresión a propios y extraños.

Pero, ¿y si no fuera un asunto baladí? Puede ser que su forma descuidada de vestirse a veces corresponda a cierto tipo carácter, a cierto tipo de personalidad, a cierta tesitura humana que no guarda correspondencia con la inmensa responsabilidad de su cargo. Yo sé que hay gobernantes que se visten divinamente y son unos ineptos y hasta unos criminales, los ejemplos están a la vista, pero, en el caso del presidente de Colombia, ¿no sería beneficioso para toda la nación, que fuera más consciente del respeto por los usos y las formas de cortesía y consideración por los demás? Tal vez procedería mejor, con más tino, con más sindéresis, con más civilidad.

No faltará quien diga, para terminar, que la forma de vestirse del presidente Petro se parece mucho a su forma de gobernar. Y es que muchas cosas de su Gobierno, es difícil negarlo, se ven deslucidas, incluso, un poco degradadas. Es como si –lo mismo que hace para gobernar– improvisara sobre la marcha, pero esta vez, para vestirse. Es como si no lograra, no hubiera logrado ya, habitar con brillo la Casa de Nariño.

Sé que para algunos sigo hablando de tonterías, de apariencias, pero es un hecho que uno se siente más seguro, más confidente, más próximo a las resoluciones verdaderas en momentos difíciles, cuando el que manda, el que lidera, el que comanda es una persona seria, incluso trascendental. Y no pocas veces eso empieza por la formalidad y el decoro en vestirse.

Ese precepto casi nunca falla.

Gonzalo Mallarino Flórez

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas
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