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Es perfectamente válido que el presidente Petro tenga la aspiración de gobernar cuatro años adicionales. Lo que es fundamental es que en ese intento no viole el régimen constitucional.
Santos lo hizo en un momento en el que la Constitución permitía dos mandatos consecutivos. Uribe lo hizo cuando la Carta Política no lo permitía, pero logró que sus correveidiles sobornaran a unos congresistas y continuó cuatro años más, haciéndoles trampa a las normas vigentes. Por poco sigue con sus mentiras y se va a 12 años, pero por fortuna la Corte Constitucional se lo impidió.
Que el presidente Petro consiguiera gobernar cuatro años más sin observar los preceptos constitucionales es tan viciado jurídicamente como lo que hizo Uribe. La diferencia es que Uribe tenía el apoyo fervoroso de las llamadas clases dirigentes, que veían en él al mesías, al salvador providencial de Colombia, ¡gran error! Petro no tiene el apoyo de los que llevan manejando el Estado colombiano durante más de 200 años, en su lugar tiene su rechazo vehemente y su desprecio manifiesto.
Yo creo que el presidente Petro está gobernando mal. No va ni siquiera en camino de solucionar los tremendos problemas que tiene el país y el tiempo ya se le está acabando. Creo que se ha equivocado gravemente y que sus equivocaciones han producido y pueden seguir produciendo en el tiempo que le queda más violencia, más muertes, más desolación y más pobreza.
Pero esa es mi visión personal. El hecho concreto es que está en su derecho de aspirar, como presidente, a gobernar cuatro años más, siempre que, insisto, respete la Constitución. El asunto por verse es si lograría las mayorías en el Congreso y en las urnas.
A mí no me asustan los gritos y las vindictas de sus oponentes políticos, cuando dicen con la boca llena: “¡Petro se quiere perpetuar en el poder!”. Yo no me impresiono con eso. Primero, por venir de quienes viene, de pusilánimes como los expresidentes Duque y Pastrana, o de personajes ominosos como el mentado Uribe. Y segundo, porque, a pesar de todo, Colombia es fuerte institucionalmente, sus cortes y sus entes de control funcionan. Institucionalmente, esta Colombia de hoy no es un “paisucho”, no es una “republiqueta”. No.
Pero, además, en los gritos enardecidos de “Petro se quiere perpetuar en el poder” se ve sectarismo, fobias ideológicas, intereses particulares. Esos gritos son mentirosos, falaces. A mí eso no me moviliza, no me importa y no me asusta para nada. Lo importante aquí es que si el presidente se quiere reelegir, lo intente cumpliendo sagradamente la Constitución.
Envío. Qué poderoso equipo profesional el de la Clínica del Country. Acaba mi familia de pasar por un trance médico muy delicado y nos sacaron adelante. Además, con empatía, con sensibilidad humana. Estamos muy agradecidos. Lo único malo es que sobre la carrera 15 hay una discoteca que pone música a todo volumen las 24 horas. Justo frente al pabellón de hospitalizaciones pediátricas. Es insoportable.

Por Gonzalo Mallarino Flórez
