Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
¿Se imaginan qué hubiera sido de Colombia sin la JEP y sin la Comisión de la Verdad? ¿Sin haber sabido todo lo que pasó durante estos 50 años?
Es inconcebible. No hubiéramos podido, como nación, salir adelante. No hubiéramos podido ni respirar. Ese dolor ahí, latente, terrible, encerrado, ramificándose en más y más violencia. No, no tendríamos un porvenir.
Al dolor de haber perdido a nuestros seres queridos sumaríamos el dolor de no saber qué fue lo que les pasó, quién los asesinó, quién los desapareció, quién los secuestró, quién los desplazó, quién los violó. Y todavía más, otro dolor, el dolor de no ser reconocidos como víctimas, como colombianas y colombianos lacerados por esta confrontación sucia y envilecida que hemos soportado.
Los crímenes que cometieron los guerrilleros de las Farc, los que cometieron los militares y agentes del Estado, los que cometieron los paramilitares, son estremecedores. Más de cincuenta años de sangre y deshumanización como pocas veces han visto el mundo y la historia de los seres humanos.
Y sucedió aquí, en Colombia. Y es aquí en Colombia, donde estamos tratando de curarnos y de perdonarnos. Y es aquí donde concebimos aparatos de justicia y memoria y reparación como la JEP y la Comisión de la Verdad. ¡Todos los estamos viendo actuar! Ya sabemos que nos van a ayudar, que nos están ayudando. Estamos asistiendo a eso. Estamos conociendo la verdad. ¿Se imaginan que no hubiera sido así?
Y todo es en busca de la verdad y el perdón. Para poder respirar otra vez, para poder besar la frente y las pestañas de nuestros hijos y seguir el camino. Hay que perdonar a todos los victimarios.
Sé que me resulta fácil decirlo, pues a mí no me mataron a mis padres o a mis hijos o a mis hermanos, pero lo sé desde el fondo de mis tripas. A todos hay que darles la posibilidad de que se rediman y encuentren el perdón. Al guerrillero más asesino, al militar más asesino, al paramilitar más asesino, al político más cínico y más asesino. ¡A todos!
Todos deben, en el marco de la JEP, tener una salida jurídica y un mecanismo de reparación y perdón. Todos. Apoyados como nación, como país, en la verdad que está saliendo a la luz, que está ya empezando a difundirse en olas por el viento y los árboles.
Necesitamos paz. Necesitamos otra oportunidad. Necesitamos reconciliación. Todos. Unos con otros, fraternalmente. No hay victimarios menos malos, menos venales, menos encanallados. No hay victimarios justificados por las circunstancias. Todos actuaron con sevicia y con malignidad. Y causaron mucho dolor. Y tenemos que poder cerrar ese dolor y cicatrizarlo. Y seguir el camino.
Es decepcionante que todo lo que acertó a decir Iván Duque desde el exterior, mientras en Colombia se hacía entrega del informe de la Comisión de la Verdad, es que esperaba que no fuera sesgado. ¡Hágame el favor! Cómo si esto fuera cosa de partidos, de visiones, de versiones, o de lo que llaman ahora, narrativas. Como si buscar y encontrar y escuchar a más de 23.000 víctimas y a sus victimarios, fuera una estratagema política y partidista para ganar elecciones.
En verdad, qué hombre tan pando, tan inferior al momento histórico que le tocó vivir.
