La posición del Gobierno colombiano frente al fraude de Nicolás Maduro en las pasadas elecciones no puede ser sino una: que se respete la voluntad de la inmensa mayoría. Edmundo González habría sacado el doble de los votos de Maduro, gracias a la consolidación de la oposición conseguida por María Corina Machado. Lo que sigue es la transferencia pacífica del poder.
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Nada de repetir las elecciones ni cosas como esas, que solo le darían más tiempo y más recursos a ese gánster que es el dictador venezolano para asesinar, perseguir, encarcelar y quebrantar más los derechos humanos y civiles de millones de personas, y cocinar otro fraude. A lo mejor más pulimentado que el del 28 de julio.
El presidente Petro no puede dubitar aquí. En este episodio tiene que mostrar no solo coherencia política, sino estatura humana y moral. Ese pueblo ha sufrido mucho, no olvidemos que más de ocho millones de nacionales de ese país se tuvieron que ir de su tierra. Es que se dice rápido: ¡ocho millones!
Nada de que “se recupere el espíritu de Hugo Chávez” y falacias de esas. Hugo Chávez era un chafarote, un militar golpista y un tipo rudimentario, deshonesto y demagógico. Decir lo contrario es darle crédito a la mentira esa de la “Revolución Bolivariana”, que no tiene absolutamente nada de movimiento político en pro de las libertades y el progreso de una nación. Nadie hay más reaccionario y contrario a las libertades civiles y los derechos humanos que personajes como Chávez, como Maduro, como Ortega, como Putin, como Xi Jinping, como Díaz-Canel. Todos dictadores, no nos echemos cuentos.
Así que mucho ojo, mucho cuidado el presidente Petro con hacer demagogia ante el terrible sufrimiento de Venezuela. Ahí no se le puede permitir al presidente colombiano ni un ápice de duda. Hay que condenar al gobierno criminal y mafioso de esos gánsteres que son Maduro y sus esbirros. El pueblo ya votó. Eso es sagrado e inmodificable.
Los que sí se han valido del sufrimiento por el que atraviesa la sociedad venezolana, especialmente después del 28 de julio, son figuras como Iván Duque y Andrés Pastrana. Semejante par de prohombres, semejante par de héroes de la patria. Han aprovechado lo que pasó para descargarle a Petro todo su desprecio, toda la fobia que le tienen, todo el sectarismo que siempre les ha corrido por las venas.
Ahora resulta, según ellos, que debido a que el presidente de Colombia es Petro, nos espera un destino como el de Venezuela. Pero eso no es así. Petro se ha equivocado dolorosamente en muchas cosas, pero no parece ser un político totalitario. Es, a su manera, un demócrata. Y Colombia tiene, de todos modos, unas instituciones y una vocación históricamente civilista.
Esos miedos que nos quieren meter Duque y Pastrana, a propósito del dolor de Venezuela, son una bellaquería. Eso habla muy mal de ese par. Como presidentes ya eran lamentables, y ahora oportunistas y resentidos por su ostracismo político.