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Los aviones Gripen

Gonzalo Mallarino Flórez

19 de noviembre de 2025 - 12:02 a. m.

¿Cómo se puede gastar el Estado colombiano 16,5 billones de pesos en aviones de guerra cuando la nación tiene tantas necesidades? Millones de personas, pasados 200 años de vida republicana, pasan hambre, no tienen vivienda ni saneamiento básico o no tienen acceso a la salud y la educación. ¿Cómo es posible? Hoy en día, en este país, se mueren decenas de niños al año por desnutrición.

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Lo de “200 años de vida republicana” no es por echar prosa. Es que, en Colombia, desde que nació el Estado “moderno” después de la colonia, hemos construido una sociedad desigual e injusta hasta el punto de la deshumanización, del desprecio por nociones elementales como la clemencia, la fraternidad y la solidaridad.

Aquí habrá muchos centros comerciales deslumbrantes y muchos restaurantes fastuosos y muchos condominios de lujo y muchos dispositivos electrónicos con inteligencia artificial y muchos colegios bilingües y exclusivos, pero poca fraternidad. Por eso somos una nación cruel e injusta en grado mayúsculo. De las peores del mundo en esa categoría.

¿No es eso lo que deberíamos estar enfrentando? ¿Esa deuda social y moral que ya tiene más de 200 años de vencida? ¿Qué demonios hacemos nosotros gastándonos 16,5 billones de pesos en equipo militar? ¿Es que estamos todos locos? ¿Es que no queda ya en Colombia alguien con un poco de sentido de las proporciones?

Gracias a esos aviones, ¿vamos a ser un país mejor? ¿Mejor que quién? ¿A qué otro país o países vamos a superar? ¿O es que vamos a atacar o a invadir a otro país? ¿O nos tenemos que defender, con pinches 17 avioncitos, del ataque de una potencia nuclear?

No, responden los iluminados de la estrategia, es que, con esos aviones modernísimos, sí vamos a derrotar a las bandas de asesinos y vamos a conseguir la paz que nos merecemos. ¿Qué? ¿Vamos a “neutralizar”, como dicen ahora eufemísticamente, a “Iván Mordisco” y los que son como él? Pero si la criminalidad presente, justamente, no se puede derrotar militarmente, porque está escondida, parapetada entre la población civil. Se corre el riesgo real de causar una mortandad y el aniquilamiento de miles y miles de inocentes. ¿O vamos a seguir bombardeando campamentos criminales, aun sabiendo que en ellos hay niños reclutados a la brava? ¿Somos así de salvajes?

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Esto de los aviones Gripen es un acto demagógico y supersticioso. Es el acto de una sociedad desvirolada. La paz solo se consigue con inversión social en los ítems ya mencionados, con presencia efectiva del Estado en el territorio y con justicia. Destinemos el 50 % de los 16,5 billones de pesos a La Guajira y el otro 50 % al Chocó. Ya. Pongámonos a trabajar en eso. Concibamos las políticas de Estado y los proyectos sociales que, por fin, rediman a esas regiones. Toma más trabajo y más esfuerzo como sociedad, pero es lo real y lo decente por hacer. No le gastemos ni un peso más a la mentira de la “carrera armamentista”. Eso es -nunca mejor dicho- creer en pajaritos preñados.

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas
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