¿Cómo harán para conciliar el sueño el presidente Duque y su ministro Molano?
No es la primera vez que ordenan un bombardeo y mueren niños. Las comunidades alrededor de los campamentos que ellos definen como objetivos militares les han dicho con anticipación que en ese territorio específico reclutan, a la brava, niños, niñas y adolescentes. La Defensoría del Pueblo se los ha dicho. Igual ordenan el bombardeo. Y salen por la televisión diciendo que fue una “operación quirúrgica”. Así lo dijo el Ministro del Interior.
Se entiende que las guerrillas, como cualquier grupo armado que recluta niños, son unos criminales. Eso ha sucedido durante años y los niños cuyas vidas han segado se cuentan por miles. Los han usado para su guerra desgraciada, los han quebrantado, han abusado sexualmente de las niñas. Durante décadas.
Pero si hay posibilidad de que en un campamento haya niños reclutados, ¡no bombardear! Escoger otra forma de combate. Es el sentido humanitario más elemental. En este último bombardeo en el Chocó, además, ocultaron que cuatro niños habían muerto. Y no se les cae la cara de vergüenza cuando eso queda en evidencia. No le habían dicho a nadie. Y los de Medicina Legal, tampoco.
A veces parece que somos, en verdad, unos salvajes, una sociedad despreciable.
Que no solo no protege a sus niños en sus casas, en sus parcelas, en sus escuelas, sino que los contabiliza como víctimas incidentales en los bombardeos que adelanta el ejército y se queda tranquila. O los saca de sus veredas y barrios y los asesina a tiros y los disfraza como guerrilleros abatidos. ¡Y no pasa nada! Es más, hay una prominente senadora del partido de gobierno que dice que eso no fue así, que como mucho fueron unos pocos casos, que se está exagerando. Que esas son invenciones de los sediciosos.
¿Cómo duermen? ¿Cómo pueden apagar la luz y quedarse dormidos?
Si no hay ya en Colombia ninguna posibilidad de una reflexión moral, humana, ética, si estamos tan degradados que eso ya no es posible porque todos nuestros políticos son personas vacías y mendaces, pues no insistamos. Pero alguien que les diga que no sean tan romos, tan torpes, que no hay la más mínima posibilidad de hacer una nación así, una sociedad. Actuando de forma parecida a la de los asesinos que enfrentan. Que esos actos de barbarie no llevan sino a más barbarie.
Que no sigan haciendo esa guerra -claramente inútil-, en abstracto. Que los que se están muriendo son niños de verdad. Soldados de verdad. Líderes sociales de verdad. Indígenas de verdad. Hombres y mujeres de verdad que estaban tranquilos en sus vidas.
Vayan a los territorios y defiendan la vida y la libertad. No echen bombas si hay la posibilidad de que abajo, entre los matorrales, haya niños.
Es grande la sed de lograr éxitos militares. Y es peligrosa. Esta guerra, que ya es solo contra unos grupos armados que trafican drogas -¿quién puede creer hoy en día en un ideario político del Eln o de las disidencias de las Farc?-, no sirve para nada. La única salida es despenalizar el consumo y privar de esas rentas a los carteles y a los traficantes.
Pero si van a seguir, por lo menos protejan a los niños. No dejen que los recluten. Y no lancen bombas si hay la más mínima posibilidad de que estén allá abajo, con susto, respirando.