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Los sapos que hay que tragarse

Gonzalo Mallarino Flórez

05 de marzo de 2024 - 09:05 p. m.
"Que Salvatore Mancuso, semejante asesino, sea nombrado gestor de paz, es un sapo muy grande que tendremos que tragarnos": Gonzalo Mallarino
Foto: EFE - Policía de Colombia

Que Salvatore Mancuso, semejante asesino, sea nombrado gestor de paz, es un sapo muy grande que tendremos que tragarnos en Colombia. Me pongo en la posición de las miles de víctimas del paramilitarismo y la violencia propagada durante años por agentes del Estado, políticos y empresarios asociados con ellos, y entiendo que las víctimas tengan la esperanza de obtener verdad, justicia y reparación, pero me temo que eso no va a suceder. No creo que Mancuso aporte nada a estas alturas. Creo que es un hombre cínico y mentiroso, y creo que el Gobierno solamente está haciendo demagogia a través de un supuesto acto “justiciero”.

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Que tengamos que asistir a los llamados “diálogos de paz” con el ELN, las Disidencias y las Segunda Marquetalia es otro sapo inmenso que estamos tratando de tragarnos hace muchos meses ya. Esos grupos solo buscan, a mi entender, tener un frente de guerra menos, el Ejército y la Policía, para poder seguir en su pelea sucia contra los otros grupos de crimen organizado y narcotráfico. Entre tanto, siguen golpeando brutalmente a la población civil. Asesinan, secuestran, extorsionan, desplazan, confinan, reclutan, y así se enseñorean en muchos territorios en los que el Estado ni asoma las narices. Y el Gobierno, por supuesto, con la promesa de “la paz total”, queda regio ante la comunidad internacional. Al presidente Petro lo invitan a cuanto foro haya y él, muy preocupado por su imagen internacional, allá llega sin falta.

Que el gobierno de Petro malgaste a dos manos los recursos públicos, delante de tanta pobreza y desesperanza como hay en vastos sectores de la población, es un sapo más que hemos tenido que tragarnos. Se destinan millones a gastos anodinos, superfluos, innecesarios. Se pierden miles de millones en medicinas que no se usan con eficacia y diligencia. Se botan sumas inconcebibles de dinero haciendo chambonadas como los carrotanques de La Guajira. Y para pagar coimas políticas, se crean cargos y legaciones diplomáticas que no sirven para un rábano. Los funcionarios del Gobierno deberían salir a las calles y mirar a cientos de niños mendigando, descalzos, comiéndose un pan lleno de moho y hormigas, que es todo lo que sus madres reventadas, quebrantadas ellas mismas, les han podido dar de comer.

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Que el actual Gobierno siga con la cantinela de la “transición energética”, a sabiendas de que las rentas de los hidrocarburos son imprescindibles en este momento de la economía nacional, de que sin ellas solo se profundizarán la pobreza y el atraso, es otro tremendo sapo que nos estamos tragando hace rato. Todo para que Colombia “brille” en las cumbres de lucha contra el cambio climático. Sabiendo, además, que el aporte del país a la contaminación global es nimio; es decir, ningún beneficio va a obtener el mundo si Colombia deja de producir hidrocarburos. Esa no es la vía. Eso es demagógico también.

En fin, sapos rugosos, grandes, ácidos sapos...

Por Gonzalo Mallarino Flórez

Escritor. Autor de varios libros de poesia y de ocho novelas, de las que hacen parte sus célebres Trilogía Bogotá y Trilogía de las Mujeres. Es frecuente colaborador de importantes periódicos y revistas
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