Mañana domingo son las elecciones. Yo votaré en blanco, como ya dije.
Mi creencia es que los votantes de Petro, siendo más disciplinados como colectivo, menos reactivos, menos volátiles, más consecuentes, lo llevarán a la victoria. Muchas y muchos jóvenes que no votaron en la primera vuelta, lo harán esta vez. Creen, genuinamente, que sus ansias de justicia social están bien albergadas en la figura de Petro y en lo que él representa.
Ese es mi vaticinio. Si me pifio, pues tendré que hacer otra columna y enmendarme.
Otro asunto a favor de Petro en el instante de votar mañana, en las últimas y trémulas horas finales, es Francia Márquez. También ella, como mujer negra, como campesina, como defensora de los derechos de comunidades pobres y marginadas, como protectora del medio ambiente, representa para millones de personas en este país, un cambio. En el sentido que esa expresión tan manida pueda tener. Lo que es claro, sin embargo, es que se trata de sectores relegados y despreciados durante siglos por el Estado colombiano y las élites que han gobernado este país: mujeres, pobres, campesinas, negras.
A mí me gusta ella. Y me gusta Marelen Castillo también. Me gusta que no venga de ninguna familia “bien” o algo parecido, y que haya hecho su carrera profesional braceando duro por la vida y preparándose académicamente. Me gusta que sea de una familia sencilla de Cali y que no haya tenido nada en bandeja. Ella represente una Colombia femenina, luchadora, incorruptible, decente, en la que hay esperanza. Una persona así, respeta a los demás y no miente y no simula.
Ellas me gustan, son lo que recataría. Son dos colombianas que me interesan y me gustan. El asunto, el problema jodido, son sus jefes. A ver si las dejan actuar, llegado el caso.
Con el mayor respeto, y mirando sólo algunos rasgos de la personalidad de cada candidato, lo que me sale de las tripas, lo puramente instintivo, es esto: Rodolfo Hernández me parece una persona descontrolada y peligrosa. Y Petro me parece un tipo de mala leche y un megalómano.
No tengo mayores argumentos para soportar esta visión, es simplemente emocional. ¿Pero no intervienen decisivamente las emociones en estas cosas? ¿No interviene lo irracional? ¿Quién, en este país de orates, va a votar mañana libre de miedos, fobias o supersticiones?
En fin. Creo que ganará Petro, por poquito, pero ganará. Las juventudes, fundamentalmente, lo llevarán al poder. En buena medida como pasó en Chile con Gabriel Boric, quien a pocos meses de asumido el mando, parece tener ya sus problemas. Pero, ¿quién no los tiene?
Ganará Petro, sí, ya me voy preparando.
Ojalá nombre un buen gabinete. Ojalá se tome en serio el acuerdo de paz y comprenda que es la condición indispensable para pacificar a Colombia. Ojalá no persiga a nadie y no permita que su gobierno se envilezca, como ha sido el caso de varios gobiernos supuestamente de izquierda y progresistas de América Latina en los últimos años.